"Optimismo inteligente" Maria Dolores Avia y Carmelo Vázquez (25/52 2025)
“En medio del invierno, aprendí por fin que había en mí un verano invencible.”
Albert Camus, Return to Tipasa, L'été
(1954).
Pensar
en positivo ha pasado a ser algo extraño en un mundo dominado por incertidumbres, manipulaciones, desinformación
y codicia. El que expresa alegría, esperanzas de cambio y visión positiva en el
futuro es visto como iluso. En medio de esta corriente cultural que sobrevalora
la amargura como signo de inteligencia, el libro Optimismo inteligente de María
Dolores Avia y Carmelo Vázquez ofrece una propuesta audaz, necesaria y
profundamente humana: reivindicar el valor de las emociones positivas como
herramientas de adaptación, resistencia y transformación. El libro en una
herramienta para repensar la manera en que interpretamos el mundo, nos
vinculamos con los demás y nos tratamos a nosotros mismos. Frente al
automatismo del pesimismo crónico, propone una actitud crítica pero
esperanzada, basada en la evidencia científica y en la experiencia vital. Sin simplificar
el dolor ni ignorar las dificultades de la vida, propone una mirada crítica y
fundamentada que recupera la dignidad del optimismo como una forma legítima de
inteligencia y fortaleza. Nos invita a ver que ser optimistas no es cerrar los
ojos, sino abrirlos con más amplitud, profundidad y coraje para permitirnos
desarrollar una vida mas plena.
El
libro aporta valor al camino abierto por Martin Selligman, ampliando el espectro de la psicología, poniendo foco en
cómo y porqué florecemos, temas que en ocasiones están alejados del entendimiento
de lo patológico. En ese sentido, es
también un libro pionero y una fuente de inspiración para el cultivo del
talento tan necesario en nuestros días. Más allá de su relevancia académica, “Optimismo
inteligente" es un libro lúcido, cálido que propone vivir con esperanza sin
perder la profundidad. Nos recuerda que el bienestar no es un lujo, sino una
responsabilidad personal/colectiva y que el optimismo no es una frivolidad,
sino una forma poderosa de cuidar la vida, de resistir con dignidad y de
transformar lo posible. A continuación, las veinte enseñanzas del libro Optimismo
inteligente de Maria Dolores Avia y Carmelo Vázquez (25/52 2025)
1. El optimismo no es ingenuidad, sino una estrategia adaptativa
Tener
una actitud optimista no implica cerrar los ojos ante la realidad o negar las
dificultades. Por el contrario, el optimismo inteligente se basa en interpretar
la vida de forma que aumente nuestra capacidad de actuar, resistir y construir.
Este tipo de optimismo es consciente, deliberado y estratégicamente adaptativo:
nos permite mantenernos en movimiento cuando otros se detienen, y visualizar
posibilidades donde muchos solo ven obstáculos. Daniel Goleman en su libro “Inteligencia
emocional”, demuestra cómo una perspectiva positiva favorece el autocontrol
emocional, la toma de decisiones y la resiliencia en situaciones complejas.
2.
Las emociones positivas merecen la misma atención que las negativas
La
psicología tradicional ha centrado sus esfuerzos en estudiar los problemas, los
traumas y las disfunciones. Este libro recuerda que las emociones positivas también
son un terreno fértil para la ciencia ya que son esenciales para el
crecimiento, la conexión humana y la salud mental. Ignorarlas es ignorar lo que
hace que la vida valga la pena. Barbara Fredrickson en su libro “Positivity”,
demuestra que las emociones positivas amplían nuestra conciencia, fomentan
nuevas ideas, y mejoran nuestras capacidades sociales y cognitivas.
3.
No es lo mismo ausencia de problemas que presencia de felicidad
Estar
libre de conflictos no garantiza una vida satisfactoria. La felicidad es algo
más profundo: implica conexión, propósito, disfrute y gratitud. El bienestar
auténtico no nace solo del alivio, sino del sentido de plenitud que se
construye activamente. El libro “Happier” de Tal Ben-Shahar señala que la
felicidad requiere una vida con significado y placer, y que la ausencia de
sufrimiento no basta para alcanzarla.
4.
La felicidad tiene mala prensa, pero es esencial para la salud
Vivimos
en culturas que valoran más el sacrificio que el disfrute, y se desconfía de
quien se reconoce feliz. Sin embargo, experimentar y declarar la felicidad no
solo es legítimo, sino saludable. Reconocer lo bueno y expresarlo fortalece
nuestro cuerpo, nuestras relaciones y nuestra capacidad para afrontar las
adversidades. En el libro “The How of Happiness” Sonja Lyubomirsky muestra cómo
cultivar la felicidad de forma intencionada mejora el sistema inmunológico y
reduce el estrés crónico.
5. El lenguaje cotidiano refleja un sesgo hacia lo negativo
Nuestros
lenguajes están llenos de términos para describir el dolor, la angustia o la
tristeza, pero escasean las palabras para describir la dicha, el juego o la
alegría Esto moldea nuestra atención, nuestra conversación y hasta nuestra
memoria emocional. Es necesario recuperar y ampliar el lenguaje del bienestar
en todos los ámbitos en donde nos toca transitar. Steven Pinker en su libro “The
Stuff of Thought”, explica cómo las palabras que usamos estructuran nuestra
percepción emocional y refuerzan ciertos patrones de pensamiento.
6.
El bienestar subjetivo importa tanto como los datos objetivos
Desde
fuera, una vida puede parecer difícil o limitada, pero lo esencial es cómo la
vive y siente quien la habita. La felicidad auténtica no se mide solo en logros
materiales, sino en cómo nos percibimos y valoramos nuestra existencia. Los
juicios subjetivos sobre nuestra vida predicen salud, longevidad y desempeño
incluso mejor que los indicadores económicos según lo expresado por Ed Diener
en “Happy People Live Longer: Subjective Well‑Being Contributes to Health and
Longevity”,
7.
Se puede aprender a ser optimista
Cada
persona puede ver un vaso medio lleno o medio vacío. Depende del observador, el
momento y las circunstancias. Podemos tener una visión alternativa y darnos
cuenta de que el vaso, en realidad, tiene la posibilidad de rellenarse. El
estilo explicativo, es decir, cómo interpretamos lo que nos pasa, puede
modificarse. Aprender a pensar de forma más constructiva es una herramienta
poderosa para transformar la vida en todo momento. Está en nuestras manos. Martin
Seligman en su libro “Learned Optimism”, expone que el optimismo se puede
enseñar y entrenar. Buscar un optimismo inteligente puede reducir la depresión
y mejorar el rendimiento en múltiples contextos.
8.
La esperanza es una energía transformadora
La
esperanza no es un deseo vago, sino un motor que activa la acción. Quienes
tienen esperanza tienden a generar más alternativas, a persistir más y a
encontrar caminos cuando todo parece cerrado. En el libro “The Psychology of
Hope” Charles Snyder describe la esperanza como un sistema motivacional
compuesto por metas claras, caminos posibles y determinación para recorrerlos.
9. El pesimismo defensivo es una trampa emocional
Muchos
creen que pensar en lo peor evita la decepción. Pero vivir atrapados en esa
lógica nos impide abrirnos a la alegría, al aprendizaje y al riesgo creativo.
El pesimismo defensivo, a largo plazo, erosiona la vitalidad. En el libro “The
Positive Power of Negative Thinking” Julie Norem muestra cómo el pesimismo
defensivo puede tener efectos autolimitantes si se convierte en patrón habitual
de pensamiento.
10.
El optimismo está vinculado a una ética de la acción
Ser
optimista no es esperar pasivamente que las cosas cambien, sino actuar para que
así sea. Implica responsabilidad, compromiso, esfuerzo, entrega y voluntad de
construir un mundo más habitable, empezando por uno mismo. Viktor Frankl en su
libro “El hombre en busca de sentido” (05/52 2025) demuestra que incluso en
condiciones extremas, es posible elegir una actitud activa y ética para preservar
la vida y dignidad humana.
11. La felicidad no se encuentra, se construye
No
hay recetas mágicas ni hallazgos definitivos. La felicidad se cultiva día a día
en decisiones pequeñas y consistentes. Pequeños pasos minuto a minuto. Implica
trabajar en la coherencia personal, en los vínculos y en el cuidado del
propósito vital. Mihaly Csikszentmihalyi en su libro “Flow” (04/52 2025),
muestra que los estados de mayor bienestar surgen cuando nos entregamos a
tareas desafiantes que nos absorben y nos hacen crecer.
12. La cultura sobrevalora el sufrimiento como signo de profundidad
Vivimos
rodeados de relatos que glorifican el dolor como vía hacia la sabiduría, pero
se olvida que el disfrute, la risa y el amor también enseñan. La alegría puede
ser tan profunda como el dolor, y no debe ser subestimada. Paul Bloom en su
libro “The Sweet Spot”, argumenta que no todo sufrimiento es valioso, y que el
placer y la alegría también pueden ser caminos hacia la profundidad personal.
13. La risa, el juego y el disfrute son mecanismos de adaptación
La
risa, el juego y el disfrute son formas inteligentes de afrontar el estrés,
generar conexión y encontrar sentido incluso en los momentos difíciles. Reír no
es frivolizar sino es sobrevivir con estilo. En el libro “Play” Stuart Brown demuestra
que el juego es esencial para el desarrollo cognitivo, emocional y social,
incluso en la edad adulta.
14.
La educación emocional es clave para el optimismo
Aprender
a identificar, expresar y gestionar las emociones permite desarrollar una mente
más abierta, resiliente y empática. El optimismo nace también del
autoconocimiento emocional y de la capacidad de regularse con inteligencia. En
el libro “Permission
to Feel” Marc Brackett plantea que educar emocionalmente transforma la forma en
que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.
15.
El optimismo requiere consciencia, no evasión
Ser
optimista no es mirar hacia otro lado, sino mirar con más profundidad y decidir
actuar desde la posibilidad, no desde el miedo. No es ignorar los problemas,
sino mantener encendida la voluntad de resolverlos. En el libro “Dare to Lead” Brené
Brown explica cómo la valentía y la esperanza surgen del conocimiento profundo
de nuestras vulnerabilidades, no de su negación.
16.
El entorno influye, pero no determina nuestro bienestar
Las
circunstancias afectan, pero no son destino. Nuestra manera de interpretar,
responder y dar sentido a lo que nos sucede tiene más impacto que los hechos en
sí mismos. En el libro “The Happiness Advantage” Shawn Achor demuestra, con
estudios realizados en entornos laborales, que cambiar la mentalidad tiene un
efecto más poderoso que cambiar las condiciones externas.
17.
El agradecimiento transforma la percepción del mundo
Practicar
la gratitud no es solo una cuestión moral, sino una estrategia psicológica de
gran impacto. Nos ayuda a valorar lo que tenemos, a mejorar nuestro estado de
ánimo y a construir relaciones más profundas. En el libro “Thanks!” Robert
Emmons sostiene que las personas agradecidas son más felices, optimistas y
saludables, incluso en contextos adversos.
18. El optimismo mejora la salud física
Las
emociones positivas tienen efectos tangibles sobre el cuerpo. El optimismo no
solo nos hace sentir mejor, sino que literalmente nos hace vivir más y enfermar
menos. Según diversos estudios existe una relación contrastada entre optimismo,
salud cardiovascular y longevidad.
a.
Boehm
et al. & Laura Kubzansky (2020–2023)
“Optimism and Cardiovascular Health: Longitudinal Findings”, Estudio
realizado en más de 3.100 adultos durante 10 años.
b.
Kubzansky,
L. D. et al.
“Optimism
and risk of incident hypertension: a target for primordial prevention.” Epidemiology
and Psychiatric Sciences, 29, e157 (2020). Reclutamiento de 103 486
soldados activos sin hipertensión
al inicio. Seguimiento promedio de 3,51 años. Resultado: el grupo con niveles
más altos de optimismo tuvo un 22 %
menor riesgo
de desarrollar hipertensión.
19.
Las emociones positivas fortalecen los vínculos humanos
La
alegría, la esperanza y la gratitud mejoran la calidad de nuestras relaciones.
Una mentalidad positiva fomenta la empatía, la cooperación y la confianza. En
el libro “The Seven Principles for Making Marriage Work” John Gottman desarrolla
el concepto del impacto de las interacciones cotidianas positivas como un buen predictor
de relaciones estables y felices.
20.
El optimismo inteligente es una herramienta de transformación social
Creer
que el cambio es posible, no solo en uno mismo sino también en la sociedad, es
el primer paso para liderarlo. El optimismo no es solo una actitud individual,
sino un motor colectivo. En el libro “Grit” Angela Duckworth demuestra que la
combinación de perseverancia y esperanza sostenida puede transformar
comunidades, instituciones y culturas.
Entrenar la mente y el corazón para mirar el mundo con confianza crítica, elegir la esperanza no como evasión, sino como una forma de lucidez activa aprovechando al máximo nuestras capacidades pueden ser la base de un nuevo camino de crecimiento en nuestro bienestar personal, social y profesional. El optimismo mas valioso no se construye ignorando el sufrimiento personal, imprimiendo carteles o consumiendo mantras vacíos. Se forja en la conciencia profunda de lo que somos capaces de ser y de transformar. En cada decisión cotidiana, en cada conversación, en cada pensamiento que elegimos cultivar, hay un pequeño acto de afirmación de la vida. No hay existencia sin malos momentos, pero sí existen herramientas y decisiones para convertir el dolor en aprendizaje y la incertidumbre en dirección. Apostar por el optimismo inteligente es un acto de coraje intelectual y emocional. Es una forma de decir: “no sé lo que vendrá, pero no renuncio a imaginarlo mejor ni a trabajar para que así sea”. Un optimismo inteligente, hecho de gratitud, conexión, sentido, y acción puede practicarse de forma inmediata estando mejor informado, profundizando el pensamiento crítico, buscando la sabiduría personal, siendo mas valiente y entregado a dar valor a las personas que nos rodean.
Invictus. Book of verses. William Ernest Henley (1875)
Escrito en un hospital luego de la amputación de una pierna
Cada minuto cuenta. Suerte. Buen viaje.
15/jun/25
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