"Riesgo inteligente: Cómo tomar buenas decisiones" (Risk Savvy How to Make Good Decisions) de Gerd Gigerenzer (15/52 2025)
“In the end, we are our choices.” Jeff Bezos, Princeton University, Commencement Address 2010
La toma de decisiones es el proceso mediante el cual
identificamos y elegimos alternativas basadas en valores, preferencias y
creencias del individuo. Cada decisión implica hacer una elección entre varias
opciones posibles, evaluando las consecuencias potenciales de cada una y
seleccionando la que consideramos óptima según nuestros criterios y
circunstancias. Cada elección que tomamos moldea nuestro destino personal y profesional en
el camino de la vida. Existen múltiples razones pare enfocarnos, prestar
atención, analizar y racionalizar nuestra forma de proceder al tomar decisiones
ya que:
1. Nuestras decisiones determinan nuestra felicidad y
bienestar
Las decisiones sobre relaciones, salud, finanzas y carrera
profesional impactan directamente en nuestra calidad de vida. Una mala elección
en estos ámbitos puede llevarnos a años de insatisfacción o sufrimiento,
mientras que una buena decisión puede abrirnos oportunidades y mejorar nuestro
bienestar.
2. Las malas decisiones tienen un costo acumulativo
Cada decisión incorrecta puede generar una cadena de
problemas que afectan nuestro futuro. Por ejemplo, elegir una carrera o pareja
basada en presiones externas y no en valores personales puede llevar a
frustración, arrepentimiento y pérdida de tiempo valioso e irrecuperable.
3. La vida es limitada y el tiempo no se recupera
El tiempo es el único recurso que no podemos recuperar.
Decisiones equivocadas en nuestra juventud pueden hacer que desperdiciemos años
en caminos que tienen pocos elementos nutritivos para nuestro crecimiento,
limitando las oportunidades de vivir con propósito y plenitud.
4. Las decisiones nos impactan a nosotros mismos y a las
personas que nos rodean
En el ámbito personal, nuestras decisiones influyen en
nuestras familias y seres queridos. En el profesional, pueden impactar a
equipos de trabajo, clientes y comunidades. Una elección equivocada no solo nos
afecta a nosotros, sino a un círculo más amplio de personas.
5. Vivimos en un mundo complejo, cambiante y lleno de
incertidumbre
Enfrentamos constantemente información engañosa,
manipulaciones y sesgos cognitivos que pueden nublar nuestro juicio. Saber
decidir con inteligencia nos protege de caer en trampas y nos permite
aprovechar oportunidades reales.
6. Aprender a decidir bien nos da libertad
La toma de decisiones consciente y bien informada nos da
control sobre nuestro destino. En lugar de reaccionar pasivamente a lo que nos
sucede, podemos actuar con intención y estrategia para construir la vida que
realmente queremos.
Para profundizar en el prioritario elemento vital que es la
toma de decisiones vamos a disfrutar en
esta oportunidad del libro "Risk Savvy: How to Make Good Decisions"
(Riesgo inteligente: Cómo tomar buenas decisiones) de Gerd Gigerenzer ya que
posee varios fundamentos profundos sobre esta materia:
·
Se desafía la idea de que las decisiones óptimas
siempre requieren cálculos complejos y grandes cantidades de información.
·
Introduce el concepto de "racionalidad
ecológica", que sugiere que las personas a menudo toman mejores decisiones
utilizando heurísticas simples, o reglas generales, que se adaptan a su entorno
específico.
·
La actualidad suele bombardearnos con
estadísticas y probabilidades que pueden ser engañosas y crear una falsa
sensación de certeza.
·
Se deben comprender los riesgos reales y
desarrollar la "alfabetización de riesgos" para tomar decisiones
informadas.
·
La incertidumbre es una constante. Debemos comprenderla
y trabajar con ella, en lugar de tratar de eliminarla.
A continuación, las veinte enseñanzas clave de Riesgo
inteligente: Cómo tomar buenas decisiones (Risk Savvy How to Make Good
Decisions) de Gerd Gigerenzer
1. Saber
gestionar el riesgo es más importante que evitarlo
Gigerenzer enfatiza que la incertidumbre es parte de la vida. En lugar de
buscar eliminar todos los riesgos, debemos aprender a identificarlos, medirlos
y manejarlos de manera inteligente. En muchas situaciones, la obsesión por
evitar el riesgo nos lleva a tomar malas decisiones o a perder oportunidades
valiosas. Un ejemplo claro es el miedo a invertir por temor a las pérdidas;
quienes entienden el riesgo pueden diversificar sus inversiones y obtener
beneficios a largo plazo.
2. La
intuición bien entrenada es una poderosa herramienta de decisión
No siempre necesitamos cálculos complejos para tomar buenas decisiones. La
experiencia y el instinto pueden ser aliados clave si los cultivamos
correctamente. Un médico experimentado, por ejemplo, puede diagnosticar una
enfermedad en segundos basándose en síntomas clave, sin necesidad de revisar
extensamente la literatura médica. La intuición no es magia, sino el resultado
de haber aprendido patrones a lo largo del tiempo.
3. No
hay que confiar ciegamente en los expertos
Muchas veces, los expertos se basan en modelos matemáticos que no capturan toda
la realidad. Además, pueden estar influenciados por conflictos de interés o por
una visión demasiado reducida del problema. Por ejemplo, en la crisis
financiera de 2008, muchos economistas y analistas confiaban en modelos que no
contemplaban la posibilidad de un colapso global, lo que llevó a decisiones
erróneas.
4. Las
estadísticas pueden ser engañosas
Gigerenzer advierte que la forma en que se presentan los datos puede manipular
nuestra percepción de la realidad. Un ejemplo frecuente es el de las tasas de
éxito en tratamientos médicos: decir que una terapia mejora la supervivencia en
un 30% puede parecer impresionante, pero si la tasa de supervivencia original
era del 1%, la mejora real es mínima. Aprender a leer estadísticas de manera
crítica es esencial para tomar decisiones informadas.
5. Comprender
la diferencia entre riesgo e incertidumbre
El riesgo implica probabilidades conocidas y medibles; la incertidumbre, en
cambio, nos enfrenta a lo desconocido. Un buen ejemplo es el clima: podemos
prever la probabilidad de lluvia con cierta precisión (riesgo), pero no podemos
anticipar un huracán inesperado con la misma exactitud (incertidumbre). Saber
cuándo estamos ante un riesgo calculable y cuándo estamos en terreno incierto
nos ayuda a elegir el mejor enfoque para la toma de decisiones.
6. No
todo lo que se puede medir es relevante
En ocasiones, los números pueden dar una falsa sensación de seguridad. Las
métricas y los indicadores son herramientas útiles, pero no debemos caer en la
trampa de pensar que todo lo importante se puede cuantificar. En educación, por
ejemplo, las pruebas estandarizadas pueden medir conocimientos específicos,
pero no reflejan habilidades como la creatividad o el pensamiento crítico.
7. Las
reglas simples pueden superar a modelos matemáticos complejos
A veces, estrategias simples basadas en heurísticas funcionan mejor que
algoritmos avanzados, especialmente en entornos inciertos. Por ejemplo, los
socorristas en playas no calculan trayectorias exactas para rescatar a alguien
en peligro; en su lugar, siguen una regla simple: correr en línea recta hacia
el agua y luego nadar en línea recta hacia la víctima. Este método, basado en
la experiencia, resulta más eficiente que cualquier cálculo detallado en una
emergencia.
8. La
educación en riesgo debería ser parte de la formación básica
Muchas malas decisiones provienen de la falta de comprensión de conceptos clave
como el azar, la probabilidad y el impacto real de diferentes riesgos. Un
ejemplo claro es la lotería: muchas personas compran boletos sin comprender que
las probabilidades de ganar son prácticamente nulas. Si se enseñara pensamiento
estadístico desde la escuela, la gente podría evaluar mejor los riesgos en
diversas áreas.
9. La
comunicación del riesgo es clave para la toma de decisiones informada
Saber interpretar informes médicos, financieros o climáticos puede marcar la
diferencia entre una elección acertada y una equivocada. Un buen ejemplo es la
pandemia de COVID-19, donde la falta de claridad en la comunicación de riesgos
llevó a confusión y miedo innecesario en muchos casos.
10. El
miedo es una herramienta de manipulación poderosa
Gigerenzer alerta sobre cómo los medios de comunicación y los gobiernos usan el
miedo para influir en nuestras decisiones. Un ejemplo evidente es el
terrorismo: aunque el riesgo real de sufrir un atentado es extremadamente bajo,
el miedo que generan los ataques lleva a cambios en políticas y restricciones
que afectan a millones de personas.
11. Las
malas decisiones en la vida personal pueden llevar a relaciones infelices
Muchas personas permanecen en relaciones infelices debido a sesgos cognitivos y
miedo a la incertidumbre. La falacia del costo hundido, por ejemplo, hace que
alguien continúe en una relación dañina solo porque ha invertido años en ella.
Otro error común es basar las decisiones sentimentales en expectativas irreales
o en la presión social. Evaluar objetivamente el bienestar emocional y los
valores compartidos puede ayudar a tomar decisiones más saludables en la vida
personal.
12. Identificar
patrones de malas decisiones permite cambiar el rumbo
En ocasiones repetimos errores en nuestras decisiones personales casi sin
darnos cuenta. Dedicar tiempo y atención a lo que ya ha pasado nos permitirá aprender
sobre los hechos negativos, como por ejemplo elegir relaciones tóxicas o bien demorar
elecciones trascendentes. Aprender de
los hitos que han ido sucediendo en nuestra vida hasta hoy es clave para
mejorar la forma en que elegiremos los caminos que tomará nuestra existencia en
el futuro.
13. La
capacidad de adaptación y el aprendizaje continuo son esenciales
Las decisiones no siempre serán perfectas, pero la clave está en aprender de
ellas y ajustar nuestras estrategias. Adoptar una mentalidad de crecimiento nos
permite evolucionar y tomar mejores decisiones con el tiempo. Por ejemplo, si
un emprendimiento fracasa, en lugar de verlo como una derrota, se puede
analizar qué salió mal y aplicar esas lecciones en el futuro.
14. Los
algoritmos no son infalibles
Aunque la inteligencia artificial y el big data son útiles, también pueden
cometer errores graves si no entendemos sus límites. Por ejemplo, en el ámbito
judicial, algunos sistemas de predicción de reincidencia criminal han mostrado
sesgos raciales, lo que demuestra que los algoritmos pueden amplificar errores
en lugar de corregirlos.
15. Saber
cuándo ignorar información puede mejorar nuestras decisiones
En ciertos casos, reducir la cantidad de datos considerados puede conducir a
elecciones más efectivas. Un ejemplo es la contratación de personal: algunos
reclutadores confían en entrevistas estructuradas y pocos datos clave en lugar
de evaluar decenas de criterios irrelevantes.
16. Las
decisiones médicas requieren pacientes bien informados
Entender los riesgos y beneficios reales de tratamientos y diagnósticos es
esencial para tomar mejores decisiones de salud. Por ejemplo, muchas mujeres
creen que las mamografías reducen drásticamente la mortalidad por cáncer de
mama, cuando en realidad el beneficio es modesto y existen riesgos de falsos
positivos.
17. El
lenguaje de las probabilidades debe ser claro y comprensible
Expresar datos en términos absolutos ("1 de cada 100") en lugar de
porcentajes abstractos ayuda a evitar confusiones.
18. El
exceso de opciones no siempre es beneficioso
Tener demasiadas alternativas puede llevar a la parálisis por análisis y a
decisiones menos satisfactorias.
19. Las
decisiones financieras deben basarse en principios de simplicidad
Estrategias claras como la diversificación superan análisis excesivos.
20. La
alfabetización en riesgo nos hace más libres
Entender el riesgo y la incertidumbre nos empodera para decidir mejor en la
vida.
En resumen, la calidad de nuestras decisiones define la
calidad de nuestra vida. Por eso, aprender a decidir con criterio, intuición
entrenada y visión a largo plazo es una de las habilidades más poderosas que
podemos desarrollar.
Y si deseas profundizar en este tema, una vía es Jean-Paul
Sartre (1905-1980) quién sostenía que el hombre se hace a si mismo. "El
hombre es, ante todo, un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser
un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este
proyecto; nada hay en un cielo inteligible, y el hombre será, primero, lo que
haya proyectado ser." (L'existentialisme
est un humanisme-1945)
Suerte. Buen viaje
mario kogan
6/abr/25
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