Bondad (32/52 2025)

 



"La bondad en las palabras crea confianza. La bondad en el pensamiento crea profundidad. La bondad en el dar crea amor."

Lao-Tzu. Tao Te Ching, siglo IV a.C.

Estamos rodeados de personas que ayudan en silencio, movidas por una fuerza que trasciende el impacto inmediato. Su bondad opera como una arquitectura invisible que persiste más allá de su presencia física, dejando huellas que cambian las vidas de quienes las reciben. Este tipo de personas poseen una motivación trascendente que las empuja a hacer cosas por los demás. Hablar de bondad con realismo y profundidad exige valentía intelectual en un mundo donde la crueldad no solo se manifiesta de forma tangible y deshumanizada sino que invade y es amplificada sistemáticamente por medios de comunicación que han convertido el dolor ajeno en espectáculo y la indignación en mercancía.

En el mundo laboral la bondad trasciende su dimensión ética para convertirse en una necesidad estratégica de supervivencia organizacional. Gestos aparentemente simples como la escucha activa, el reconocimiento u ofrecer ayuda sin esperar nada a cambio constituyen en realidad los cimientos sobre los que se edifican culturas organizacionales sostenibles. La señal de alarma se enciende cuando el talento humano es desperdiciado por ambientes que priorizan entornos de trabajo tóxicos e ignorantes despreciando la colaboración genuina y trascendente   

¿Podría la bondad emerger como una respuesta potente para construir mejores lazos sociales? ¿Podría ser una respuesta práctica ante los efectos del aislamiento, la desconfianza institucional, el individualismo y la ignorancia? ¿Podría ser la herramienta más revolucionaria contra el cinismo, la deshumanización, la codicia, la corrupción y la exclusión?

Las investigaciones en psicología, neurociencia y sociología son contundentes respecto a los actos de bondad ya que fortalecen la salud mental, mejoran la cohesión social y elevan los niveles de confianza en las instituciones. Países con culturas más cooperativas muestran menores tasas de violencia, mejor salud pública y economías más inclusivas. En entornos organizacionales, la bondad promueve la innovación, la retención de talento y la creación de sentido. La bondad no es solo moralmente deseable sino que es funcionalmente eficaz. También construye sociedades más robustas, reduce la soledad y alimenta un sentido de pertenencia que ninguna tecnología puede suplir contribuyendo sin duda a la longevidad. Pensar en un mundo más bondadoso puede parecer utópico en medio del ruido del odio, la polarización y la urgencia constante. Pero también parecía irreal el fin de la esclavitud, el voto femenino o la expansión de los derechos humanos. La historia nos enseña que lo justo muchas veces comenzó siendo improbable. La bondad no es un lujo moral sino una necesidad evolutiva en la que posiblemente podamos trabajar en el 75 % del siglo XXI que nos queda por recorrer.

Con el fin de profundizar sobre puntos de vista diversos sobre la bondad se describen a continuación veinte enseñanzas clave sobre la bondad (32/52 2025) basadas en cuatro fuentes distintas:

 

I. Atapuerca.

Para las primeras cinco enseñanzas clave vamos a comenzar por los que nos han precedido en el tiempo. La bondad no es un rasgo moderno, cultural o religioso, sino una fuerza evolutiva que ayudó a forjar nuestra especie. Algunas pruebas están enterradas en la Sierra de Atapuerca, provincia de Burgos, en el norte de España. Es un conjunto de yacimientos arqueológicos y paleontológicos de valor excepcional, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. Desde los años 70, un equipo multidisciplinario liderado por J.L. Arsuaga, J. M. Bermúdez de Castro y E. Carbonell ha excavado allí restos de algunos de los primeros homínidos de Europa, revelando aspectos esenciales sobre la evolución, la vida social y la colaboración entre nuestros antepasados. Los yacimientos principales de Atapuerca son los siguientes:

  • Sima del Elefante (TE9): Restos de 1.3 a 1.4 millones de años.
  • Gran Dolina (TD6): Homo antecessor. 850.000 años
  • Sima de los Huesos: Neandertales. 430.000 a 500.000 años
  • Galería: 450.000 años
  • Cueva del Mirador: Enterramientos de unos 3.670 años (Neolítico, Calcolítico y Edad de Bronce)

Uno de los descubrimientos de Atapuerca esta basado en que previo al lenguaje, el arte y de las religiones, ya existía algo profundamente humano que es el cuidado por los demás. La bondad no es un ideal moderno sino que es una herencia evolutiva.

1. Cuidar al débil fue la primera forma de humanidad

Los fósiles hallados en la Sima de los Huesos revelan que algunos individuos con discapacidades físicas o neurológicas sobrevivieron durante años. Esto no habría sido posible sin un entorno de protección, cuidado y apoyo colectivo.
La primera gran marca humana no fue el fuego ni la herramienta, sino el gesto de no abandonar a quien no podía caminar. La bondad antecede a la técnica. El antropólogo Richard Leakey en su libro “The Origin of Humankind” sostiene que la cooperación, el compartir alimentos y la vida en comunidad fueron factores  cruciales que permitieron el nacimiento de individuos con cerebros más grandes, que necesitaban un largo período de cuidado y aprendizaje. Un proceso que solo podía sustentarse en un entorno social cooperativo.

2. La cooperación precedió a la cultura

La vida en grupo no fue una opción, sino una necesidad biológica. Cazar, recolectar, protegerse o transmitir saberes implicaba una red de colaboración estable. El lenguaje, el pensamiento simbólico y la cultura emergen solo cuando hay vínculos sostenidos. No hubo cultura sin comunidad, ni progreso sin pacto. Cooperar no fue una virtud sino que fue un requisito para existir. Michael Tomasello en su libro “Why We Cooperate” sostiene que los humanos no somos egoístas por naturaleza que luego la sociedad modifica sino que nacemos con una predisposición a cooperar. Esta capacidad innata, junto con nuestra habilidad única para la intencionalidad compartida, es la que nos permitió desarrollar  culturas complejas e instituciones sociales que definen a nuestra especie.

3. El vínculo es más fuerte que la fuerza

La evolución no premió al más agresivo, sino al más capaz de formar alianzas estables. Las sociedades que neutralizaron la dominancia violenta y fortalecieron la reciprocidad sobrevivieron y prosperaron. El poder que preserva la vida no es el del dominio, sino el del vínculo. La bondad no es debilidad sino que es estructura.
Christopher Boehm en su libro “Hierarchy in the Forest: The Evolution of Egalitarian Behavior” ofrece una perspectiva innovadora sobre los orígenes de la igualdad, sugiriendo que la cooperación para mantener la igualdad fue la fuerza que dio forma a las primeras sociedades humanas y que el igualitarismo no es la ausencia de jerarquía, sino la supresión activa de la misma.

4. La muerte también nos unió

La acumulación de cadáveres en la Sima de los Huesos, con indicios de deposición intencionada, sugiere que los primeros homínidos ya mostraban preocupación por sus muertos. No era solo el final de las vidas sino que había un gesto simbólico, un ritual emergente. Honrar a los que parten es una forma primitiva de compasión colectiva. La bondad nace también del reconocimiento del otro como irrepetible. La arqueóloga Penny Spikins en su libro “How Compassion Made us Human: An Archaeology of Stone Age Sentiment” sostiene que los valores que a menudo consideramos como humanidad (empatía, altruismo, cuidado) no son inventos recientes sino que están arraigados en nuestro pasado evolutivo y fueron la fuerza motriz que nos convirtió en lo que somos hoy. Los gestos de cuidado hacia los vivos y los muertos jugaron un papel decisivo en la evolución de la humanidad.

5. La ciencia también se construye en comunidad

El propio proyecto Atapuerca es un ejemplo de colaboración científica ejemplar. Tres generaciones de investigadores han trabajado juntas durante más de cuatro décadas, combinando saberes distintos con un propósito compartido.
La ciencia es un acto de confianza mutua. Como en la prehistoria, avanzar depende de compartir lo que vemos, lo que sabemos y lo que soñamos.
Bruno Latour en su libro “Science in Action: How to Follow Scientists and Engineers Through Society” sostiene que el conocimiento científico es un entramado complejo de actores, relaciones y negociaciones. El poder de la ciencia reside en su capacidad para movilizar y estabilizar estas redes, más que en la simple revelación de una verdad preexistente. El conocimiento científico no es obra de genios solitarios, sino de redes cooperativas que negocian, prueban, fallan y crean en comunidad.  

II. Adam Phillips y Barbara Taylor – On Kindness (2009)

En el libro "On Kindness" A. Phillips y B. Taylor sostienen que la bondad requiere profundos niveles de humildad, vulnerabilidad y apertura de uno mismo. Definen "la cuenta de la bondad" como la contabilidad mental que nos lleva a calcular costos y beneficios antes de ser generosos. Esta cuenta se ha convertido en el paradigma dominante, distorsionando nuestras vidas emocionales y alejándonos de la bondad que no es una carga moral, sino una fuente de satisfacción profunda. Como resultado de esta cuenta, la generosidad resulta sospechosa y la compasión ingenua. Resulta mas sencillo desconfiar y dejarse llevar por la crueldad que ocuparse de ejercitar, cultivar y potenciar la bondad en sus múltiples facetas

6. La bondad no es debilidad, sino una expresión madura del deseo humano de conexión

En un mundo que muchas veces glorifica la autosuficiencia y el individualismo, ser bondadoso se interpreta erróneamente como ingenuidad o falta de carácter. Sin embargo, la bondad nace de la fortaleza emocional, de la capacidad de aceptar nuestra vulnerabilidad y reconocer la de los otros. Es un acto de coraje, no de sumisión. Martha Nussbaum en su libro “Upheavals of Thought: The Intelligence of Emotions” sostiene que la compasión es la base de la bondad, requiere una imaginación ética madura, capaz de ponerse en el lugar del otro y actuar desde allí. La bondad, lejos de debilitarnos, nos humaniza.

7. Reprimir la bondad crea sufrimiento interior y alienación social

Desde la infancia aprendemos a ocultar impulsos bondadosos por miedo al rechazo o al ridículo. Esta negación no solo atrofia nuestra empatía, sino que nos aleja de nuestra naturaleza social y genera una disonancia interna. El neurocientífico Richard Davidson en su libro “The Emotional Life of Your Brain” ha demostrado que el cerebro humano está estructurado para la compasión ya que las zonas asociadas al placer se activan al realizar actos altruistas. El bienestar emocional no está predestinado ya que a través de la neuro plasticidad, puedes entrenar tu cerebro para ser más resiliente, feliz y compasivo.

8. La bondad auténtica requiere libertad interior en lugar de obediencia a normas morales externas

La bondad no debe confundirse con el cumplimiento mecánico de deberes sociales o religiosos. Una bondad verdadera surge del deseo libre, no del mandato. Es un gesto espontáneo que reconoce la humanidad en el otro y responde a ella con generosidad. Simone Weil en su libro “La gravedad y la gracia” sostiene que la compasión que obedece a una orden deja de ser compasión. En el mismo sentido el psicólogo Carl Rogers en su libro “El proceso de convertirse en persona” señaló que el crecimiento personal se basa en la autenticidad y la congruencia interna, no en seguir reglas impuestas por figuras externas. Ser bondadoso no es seguir un guion, sino escuchar la voz profunda de lo que nos une a los demás.

9. La bondad es revolucionaria. Puede transformar relaciones, instituciones y culturas

La bondad tiene un poder transformador más profundo que la confrontación o el castigo. Actuar con bondad en contextos marcados por la competencia o el miedo introduce una grieta luminosa en sistemas opresivos. Es una forma de resistencia.  Rebecca Solnit en su libro “Hope in the Dark: Untold Histories, Wild Possibilities” sostiene que la esperanza no es una cualidad ingenua, sino que es una fuerza radical, una herramienta de lucha y un acto de valentía. El futuro aún no está determinado. La capacidad para actuar y mejorar la realidad tiene un poder real y significativo. La bondad no es solamente un valor personal sino que es una herramienta política y cultural capaz de cambiar el mundo desde adentro.

10. La bondad nos devuelve a nosotros mismos a través del otro

La verdadera bondad no solo beneficia al otro, sino que también nos revela quiénes somos en nuestras relaciones. Al conectar con los demás desde un lugar auténtico y compasivo, dejamos de ser espectadores de nuestras emociones y nos convertimos en participantes activos de una vida más significativa. la bondad es la expresión de una vida vivida desde la imaginación y la reciprocidad emocional, en la que el cuidado no es sacrificio, sino una forma de autorrealización compartida. Ser bondadosos no nos resta, nos multiplica, es un acto de recuperación de nuestra humanidad y de afirmación del vínculo como necesidad y no como amenaza. La bondad nos recuerda que estamos hechos unos para otros. El filósofo Emmanuel Levinas en su obra Totalidad e Infinito sostiene que la relación con el otro es el origen de toda moralidad y de la propia existencia. El Otro tiene una prioridad absoluta sobre mí. Mi existencia, mi conciencia y mi libertad se justifican solo en la medida en que sirvo y respondo al Otro. Esta idea desaloja al ego del centro del universo y lo reemplaza con la responsabilidad.

III. "La ayuda mutua: Un factor de la evolución" Piotr Kropotkin

El libro "La ayuda mutua: Un factor de la evolución" de Piotr Kropotkin sostiene que no es una excepción a la regla sino que es un principio biológico y evolutivo tan importante como la competencia. El libro desafía lo que él consideraba una mala interpretación de la teoría de la evolución de Charles Darwin. Mientras que el darwinismo social se centraba en la lucha individual por la supervivencia como la única fuerza de la naturaleza, el libro sostiene que la cooperación y la solidaridad eran igualmente cruciales.

11. La cooperación es una fuerza evolutiva tan poderosa como la competencia

Contrariamente a la interpretación del darwinismo que exalta la lucha individual como el motor de la evolución Kropotkin sostiene que la cooperación entre individuos y especies ha sido crucial para la supervivencia y la prosperidad. El primatólogo Frans de Waal en su libro "The Age of Empathy: Nature's Lessons for a Kinder Society" sostiene que la empatía y la cooperación no son cualidades exclusivamente humanas, sino que tienen profundas raíces biológicas y evolutivas en el reino animal, especialmente en nuestros parientes primates más cercanos a través de prácticas activas de reconciliación y ayuda mutua. Cooperar no es ir contra la naturaleza sino que es encarnar lo mejor de ella.

12. Las sociedades humanas más resilientes se organizan desde la solidaridad, no desde el dominio

En comunidades rurales, gremios medievales y sociedades tradicionales la ayuda mutua es el tejido invisible que ha sostenido a los pueblos frente a crisis, guerras y desastres naturales. No es el control jerárquico lo que garantiza la supervivencia, sino la interdependencia solidaria. Elinor Ostrom en su libro “Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action", argumenta que las personas no son necesariamente egoístas y que, con las condiciones adecuadas, pueden cooperar para gestionar de forma sostenible los bienes comunes. El libro muestra que las comunidades pueden crear instituciones, mecanismos de autogobierno e incluso reacciones ante emergencias que son más flexibles y eficaces que las soluciones impuestas externamente. En lugar de un control externo las personas que dependen directamente de un recurso pueden ser las mejores guardianas de él. La ayuda mutua no es caridad sino que es arquitectura social para la vida compartida.

13. La solidaridad nace de la empatía, no de la obligación

Los vínculos de cooperación no se imponen desde arriba ni dependen de recompensas materiales sino que fluyen de una empatía espontánea, de un reconocimiento natural del otro como semejante. Esta inclinación tiene raíces evolutivas, pero también éticas. En el libro "El cerebro empático” de Christian Keysers sitúa la empatía como una capacidad biológica fundamental, profundamente arraigada en la estructura de nuestro cerebro que no es solo un sentimiento abstracto, sino un mecanismo neuronal que nos permite simular las experiencias de los demás, conectándonos de forma visceral con ellos.

14. Construir futuro requiere desmantelar las lógicas de competencia permanente

Las estructuras sociales basadas en la competencia despiadada llevan a la fragmentación, la exclusión y la destrucción ecológica. Una visión alternativa del progreso basada en la cooperación, la descentralización y la acción colectiva es posible. En el pensamiento contemporáneo, el filósofo David Graeber en su libro “En deuda: los primeros 5.000 años” se ocupa de analizar economías basadas en confianza y reciprocidad. Desde el punto de vista de la ecología en el  libro "The Hidden Connections: A Science for Sustainable Living" Fritjof Capra sostiene que la naturaleza es un sistema interconectado que prospera mas por la colaboración que por la lucha.  Quizás haya que pensar para el futuro en formas adicionales de colaboración mas que de competencia.

IV. Confucio – Los Analectas (siglo V a.C.)

“Los Analectas” de Confucio es una recopilación de conversaciones, reflexiones y ejemplos sobre cómo vivir éticamente en comunidad. En el corazón de su pensamiento está el concepto de “ren” traducido como humanidad, benevolencia o bondad, que no es una emoción pasajera, sino una forma cultivada de estar en el mundo con respeto hacia los demás. Para Confucio, la bondad no se predica sino que se encarna. Se manifiesta en cómo hablamos, cómo gobernamos, cómo nos controlamos y cómo educamos a otros. La bondad no nace de impulsos espontáneos, sino del esfuerzo sostenido por vivir con dignidad compartida. En un tiempo donde las reglas y los sistemas a menudo sustituyen al juicio moral, la sabiduría de Confucio vuelve a ser esencial ya que la bondad puede no se un hábito innato y se puede aprender.

15. La bondad es una práctica relacional que no se realiza en soledad
Confucio presenta el “ren” (benevolencia) como el principio ético central, que se refleja en la forma en que tratamos a los demás es decir si es con respeto, reciprocidad y dignidad. La bondad no es un atributo aislado, sino un modo de estar en el mundo con los otros. Tu Weiming, filósofo confuciano contemporáneo, afirma que el “ren” es la humanidad encarnada en las relaciones cotidianas. En este sentido podría decirse que la bondad es una forma concreta de humanidad activa.

16. Ser bondadoso implica conocerse y autolimitarse
Para Confucio, la bondad es inseparable de la autodisciplina ya que no todo impulso benevolente es adecuado si no se modula según el contexto y el respeto mutuo. La sabiduría moral radica en saber cuándo actuar y cuándo contenerse.
Roger Ames y Henry Rosemont, en su obra Roger T. Ames y Henry Rosemont Jr. sobre "Las Analectas de Confucio" muestran cómo el “Li" (traducido como "ritual" o "decoro") no debe entenderse como un conjunto de reglas rígidas. En su lugar lo presentan como la estética de una conducta apropiada. "Li" son las prácticas culturales, sociales y éticas que permiten que las relaciones humanas sean hermosas, fluidas y armoniosas. El "Li" no se enfoca en obedecer ciegamente, sino que es una forma de arte en la que la conducta correcta y las buenas intenciones se unen. Sostiene también que el "Ren" es el florecimiento de una persona en su máxima expresión dentro de una red de relaciones, manifestándose en la compasión, la empatía y el respeto hacia los demás.  

17. La educación moral es el camino hacia la bondad
Confucio no creía que la bondad naciera por inspiración divina, sino por la formación ética continua en la repetición, el ejemplo y la reflexión. La bondad se cultiva como se cultiva una tierra fértil con paciencia y perseverancia.
Philip J. Ivanhoe, en su libro “Confucian Moral Self Cultivation” presenta un camino práctico para convertirse en una persona virtuosa, contrastándolo a menudo con las ideas morales occidentales. Es un proceso activo, continuo y de por vida de "autocultivo" (self-cultivation) a través de "Ren" (Benevolencia), "Li" (Ritual) y "Yi" (Rectitud). La meta es moldearse a uno mismo para desarrollar virtudes como la bondad, la compasión y el respeto. Se adentra también en la importancia central de "xiao" (piedad filial), que es el respeto y la devoción hacia los padres y la familia que no es un fin en sí mismo, sino la base fundamental desde la cual se desarrollan todas las demás virtudes.

18. El gobernante virtuoso inspira bondad en el pueblo
El gobierno basado en el ejemplo moral es mucho más eficaz que aquel que se impone por ley y coerción. Para Confucio, un líder debe ser una fuente de virtud, alguien a quien el pueblo aspire a imitar, no una autoridad a la que se tema. La ley impone obediencia por miedo al castigo. La virtud, en cambio, promueve una adhesión interna y genuina a los principios éticos. En el libro "Economía y sociedad", Max Weber ofrece un marco teórico para comprender la organización de las sociedades humanas a lo largo de la historia. El libro es un vasto "esbozo de sociología comprensiva" que conecta la acción individual con las estructuras sociales más amplias. En él se desarrolla el concepto de autoridad ética que distingue entre el poder basado en la legalidad y el que emana del carisma moral. En el contexto confuciano, esta autoridad no es carismática en el sentido occidental, sino el resultado del cultivo personal constante y del respeto por las formas rituales como vehículo de armonía social.

19. La bondad se refleja en el lenguaje que usamos
Confucio enfatizó el poder del lenguaje moral. Hablar con respeto, con precisión y sin doblez. Nombrar bien las cosas (zhengming o la “rectificación de los nombres) es una forma de justicia. Un lenguaje respetuoso es ya una forma de bondad.
Bryan W. Van Norden en su libro “Virtue Ethics and Consequentialism in Early Chinese Philosophy”, muestra cómo la ética confuciana se apoya en la claridad y la honestidad lingüística como manifestaciones de integridad moral. Aún hoy se puede aprender de antiguas soluciones únicas y valiosas a problemas morales que siguen siendo relevantes hoy en día.

20. La bondad consiste en actuar en armonía con el mundo, no en contra de él
En el pensamiento confuciano, la bondad no es una lucha contra el mundo sino una sincronía con su ritmo. Practicar el “ren” es adaptarse con sensibilidad a cada situación, evitando la rigidez moral o el juicio prematuro.
Herbert Fingarette, en “Confucius: The Secular as Sacred” invita a ver la vida social como una práctica artística y moral en la que la dignidad, el respeto y la armonía se construyen a través de las acciones cotidianas, otorgándoles un significado que es tan profundo como lo que muchas religiones reservan para lo sagrado. Una danza fluida con el entorno social y natural, más que como una imposición de la voluntad individual. Sostiene que la genialidad de Confucio reside en haber encontrado lo sagrado no en una deidad o en un mundo más allá sino en el ámbito de la vida secular cotidiana.

 

Cuando alguien decide cuidar conscientemente y brindarse a los demás sin esperar nada a cambio puede emerger algo maravilloso e inesperado. Es prioritario desmitificar la bondad como debilidad ya que representa la manifestación más sofisticada de una energía humana positiva. La bondad opera como una infraestructura social invisible que sostiene vínculos, previene violencias sistémicas y hace viable lo que parecía imposible. Su impacto puede parecer gradual en un mundo obsesionado con resultados inmediatos. Sin embargo su capacidad transformadora es profunda ya que interviene en procesos de mejora y sanación en espacios donde antes solo había fragmentación. Cultivar la bondad constituye simultáneamente un desafío personal y una responsabilidad colectiva. ¿Estamos dispuestos a convertirnos en agentes de un cambio profundo? ¿Podemos ser un ejemplo que inspire a otros? ¿Estamos en condiciones de ser líderes que cultiven y desarrollen a otros? ¿Es posible ser un constructor de la dignidad humana en espacios donde esta ésta ha sido erosionada? Todo esto parece posible ya que la paradoja de la bondad radica en que, aunque siempre comienza con decisiones aparentemente insignificantes en el ámbito personal, inevitablemente se expande para tocar y transformar la vida de otros de maneras que raramente podemos anticipar completamente.

 

Un grano de arena no es la playa.

pero la playa sin tu grano de arena no será la misma playa…….

Anónimo

 

Cada minuto cuenta. Suerte. Buen viaje.

Mario Kogan

3 Ago 2025



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