Neurociencias (33/52 2025)
"Los
hombres deberían saber que del cerebro surgen nuestros placeres, alegrías,
risas y bromas, así como nuestros dolores, penas, pesares y lágrimas. Por este
mismo órgano, en particular, pensamos, vemos, oímos y distinguimos lo feo de lo
hermoso, lo malo de lo bueno, lo placentero de lo desagradable. Es la misma
cosa que nos vuelve locos o delirantes, nos inspira pavor y miedo, ya sea de
noche o de día, nos provoca insomnio, errores inoportunos, ansiedades sin
rumbo, olvidos y actos que son contrarios al hábito."
"Sobre
la enfermedad sagrada”. Hipócrates, Médico de la Antigua Grecia (siglo V a.C.)
La neurociencia
es una de las disciplinas más fascinantes y dinámicas del siglo XXI, revelando
avances extraordinarios sobre el funcionamiento de la mente humana. Es la rama
de la biología que se dedica al estudio científico del sistema nervioso. Su
objetivo es comprender cómo la actividad del cerebro produce procesos mentales
como la percepción, la emoción, la memoria, la conciencia y el comportamiento
humano. Es un campo de estudio vasto e interdisciplinario, que se nutre de la
biología, la psicología, la química, la física y la informática. Al descifrar
los complejos códigos del cerebro, estamos aprendiendo a navegar por nosotros
mismos y el mundo que nos rodea. Cuanto más comprendamos cómo pensamos,
decidimos y gestionamos nuestras emociones, más capaces seremos de cultivar
relaciones profundas, fortalecer nuestra salud mental y encontrar soluciones
innovadoras a los desafíos humanos. La clave para evolucionar no está afuera,
sino en la inmensa red de neuronas que nos acompaña en cada instante de vida.
La historia de la neurociencia es un viaje milenario que comenzó en el antiguo Egipto y continuó en la Grecia de Hipócrates. El recorrido alcanzó un punto crucial en el Renacimiento, cuando genios como Leonardo da Vinci realizaron los primeros dibujos detallados del sistema nervioso. El verdadero salto a la era moderna llegó con la invención del microscopio que permitió a Santiago Ramón y Cajal develar la composición celular del cerebro y demostrar que estaba formado por las neuronas. A partir de ese hito la ciencia avanzó con descubrimientos fundamentales como la sinapsis, los neurotransmisores y el desarrollo de tecnologías como el electroencefalograma y las técnicas de neuroimagen, que han ido aportando un conocimiento cada vez más profundo y asombroso sobre el funcionamiento del cerebro.
Este
documento reúne veinte conceptos de cuatro neurocientíficos contemporáneos, Nazareth
Castellanos, Rafael Yuste, Antonio Damasio y Lisa Feldman Barrett. A
continuación Las veinte enseñanzas clave sobre Neurociencias (33/52 2025):
I.
El puente donde habitan las mariposas. Nazareth Castellanos.
En el libro “El puente donde habitan las mariposas”, Nazareth Castellanos presenta una conexión bidireccional entre el cerebro y el cuerpo, abordando la neurociencia desde una perspectiva filosófica y de crecimiento personal. El título del libro representa una metáfora muy rica y visual. El "puente" representa la conexión entre el cerebro y el cuerpo, y las "mariposas" pueden simbolizar la fragilidad, la belleza de los pensamientos, las emociones y la vida interior.
1. El cuerpo y el cerebro
están en diálogo continuo
La postura,
la respiración, el latido del corazón o la tensión muscular influyen de forma
directa en nuestra manera de pensar, sentir y decidir. La columna vertebral se
convierte en un eje de conciencia. La respiración modula la actividad cerebral.
El cuerpo no solo ejecuta sino que también
comunica. Esta perspectiva es plenamente fisiológica ya que la mente no se
entiende sin el cuerpo.
Investigaciones recientes han
demostrado que neuronas del tálamo integran señales cardio-respiratorias y
otras procedentes del cuerpo, modulando nuestra percepción, emoción y procesos
de decisión (Proceedings of the National Academy of Sciences, mar/2024 “Single
neurons in the thalamus and subthalamic nucleus process cardiac and respiratory
signals in humans”). Este fenómeno forma parte de la interocepción, el sistema
mediante el cual el cerebro procesa información procedente del corazón,
pulmones, músculos e intestino a través de regiones como la ínsula y la corteza
cingulada, cimentando la conciencia fisiológica que sustenta quiénes somos y
cómo respondemos al mundo.
2. La respiración es un
puente directo entre la voluntad y el inconsciente
Respirar no solo nos mantiene
con vida sino que nos conecta con nuestras emociones más profundas y con la
actividad eléctrica del cerebro. La respiración voluntaria puede modificar la
actividad de regiones cerebrales vinculadas al estrés, la atención y la
percepción del tiempo. Respirar de forma consciente no es relajarse. Es dirigir
una orquesta que modula pensamientos, emociones y memorias. Cuando respiramos
de forma pausada y consciente, no solo calmamos el cuerpo sino que modulamos
las redes neuronales, desactivamos circuitos de alarma y favorecemos la
claridad mental. El control de la respiración puede mejorar la variabilidad del
ritmo cardíaco y reducir la ansiedad, afectando directamente la actividad
cerebral y mejorando la salud mental. Para mas detalles, puedes consultar “How
breath-control can change your life: A systematic review on psychophysiological
correlates of slow breathing”. Frontiers in Human Neuroscience, 12, 353.
3. El corazón también piensa.
Cada latido influye en la percepción y la memoria
El corazón no es solo una
bomba que late de forma autónoma. Cada uno de sus latidos envía señales al
cerebro que influyen en lo que percibimos, cómo reaccionamos y qué recordamos. En
el artículo “Visceral influences on brain and behavior”. (Neuron, 77(4),
624-638) H. Critchley, y N- Harrison
describen que el cerebro monitoriza de forma constante el cuerpo. Las señales
que provienen de los órganos internos, como el corazón, el estómago y los
pulmones no son solo reflejos biológicos sino que son una fuente continua de
información que el cerebro utiliza para tomar decisiones, procesar emociones y
construir un sentido dinámico del "yo" influyendo directamente en
nuestros procesos mentales y nuestro comportamiento.
4. La postura corporal
modifica lo que sentimos, creemos y pensamos
Nuestra postura corporal no
es neutral ya que influye en el estado mental. Una postura erguida mejora la
atención y favorece una actitud emocional más abierta.
El cuerpo erguido no solo
respira mejor sino que piensa mejor y confía más en sí mismo. En el artículo European
Journal of Social Psychology, 39(6), 1049-1065),
Briñol, P., Petty, R. E.,
& Wagner, B. (2009) sostienen que la postura corporal no es solo una
expresión de nuestros estados internos, sino que también tiene el poder de
moldearlos.
5. La mente es un proceso que
emerge del encuentro entre cerebro, cuerpo y entorno
La mente no está en un solo sitio
sino que se encuentra en el movimiento del cuerpo, del corazón y del mundo que
nos atraviesa. Este enfoque es profundamente humanista y nos invita a recuperar
la dimensión encarnada, vivida y relacional del pensar, sentir y estar en el
mundo. En el libro “The Embodied Mind: Cognitive Science and Human Experience”
F. Varela y J. Thompson sostienen que la mente surge de la interacción entre
cuerpo, cerebro y experiencia consciente del entorno.
II. El cerebro, el teatro del
mundo. Rafael Yuste.
El
libro "El cerebro, el teatro del mundo”, proporciona una perspectiva única
sobre el futuro del campo, la conciencia y la ética en base a la experiencia de
Rafael Yuste, uno de los líderes del Proyecto BRAIN que tiene como objetivo
mapear el cerebro humano. El tema central del libro es la conciencia ahondando
también en el concepto de "neuro-derechos" sobre la protección de la
privacidad mental, la identidad y el libre albedrío ante el avance de las neuro
tecnologías.
6. Conocer el cerebro es
conocernos a nosotros mismos
El cerebro es más que un
órgano. Es el escenario donde se representa el mundo y donde se construye
nuestra experiencia de estar vivos. Comprender cómo funciona no es solo una reto
científico sino que es una vía directa para comprender la naturaleza de la
conciencia, del yo, del sufrimiento y del amor.
Explorar el cerebro es
explorar el teatro en el que se representa toda nuestra existencia. Este
conocimiento no es trivial. Cuanto más sabemos sobre el cerebro, más
responsabilidad ética tenemos para usar ese saber con compasión, cautela y
propósito humano. En el libro “The Tell-Tale Brain: A Neuroscientist's Quest
for What Makes Us Human”, V. Ramachandran explica cómo ciertos aspectos del
cerebro dan lugar a la autoconciencia, el lenguaje y la creatividad,
proponiendo que entender el cerebro es la puerta para entender lo que nos hace
humanos utilizando ingeniería inversa como metodología para entender como
funcionamos.
7. La conciencia no es magia
sino que es una propiedad emergente del cerebro
Uno de los grandes desafíos
de la neurociencia es explicar cómo surge la conciencia. No se trata de un
misterio irresoluble ni de un fenómeno sobrenatural. La conciencia es una
propiedad emergente de la actividad colectiva de las neuronas. Es una
consecuencia de cómo se conectan y comunican entre sí.
La conciencia no vive en un
rincón secreto del cerebro. Es la música que suena cuando la orquesta neuronal
toca en armonía. Esta mirada no busca reducirnos a mecanismos, sino invitarnos
a entender la profundidad de la experiencia humana desde su complejidad
biológica. En “Consciousness as Integrated Information: a Provisional Manifesto”
(The Biological Bulletin. Vol. 215. N.3. P216-242) Giulio Tononi introduce la
Teoría de la Información Integrada (IIT) que es una de las propuestas más
ambiciosas y revolucionarias para explicar qué la conciencia no es un fenómeno
mágico, sino el resultado de la capacidad de un sistema para generar una
experiencia interna unificada a partir de un enorme repertorio de posibles
estados
8. La neuro tecnología
redefine lo que significa ser humano
El desarrollo de tecnologías
capaces de leer, modificar o incluso implantar pensamientos nos pone frente a
un dilema ético sin precedentes. Lo que está en juego no es solo la privacidad
mental, sino la integridad de la libertad, la identidad y la voluntad humana. El
cerebro se ha convertido en territorio vulnerable. Su protección es una
urgencia de la civilización. Frente a esta revolución surgen los neuro derechos
que es un marco ético y legal para proteger nuestra mente como un espacio
inviolable, igual que hoy protegemos la libertad de expresión o la dignidad
corporal. Según el artículo de M Ienca & R. Andorno “Towards new human
rights in the age of neuroscience and neurotechnology” en Life Sciences,
Society and Policy, 13(1), 5 es necesario contar con un marco ético y legal
para proteger los derechos mentales en un contexto de creciente desarrollo neuro
tecnológico.
9. El cerebro es una red;
entenderlo requiere pensar en términos de conexión
Más que una máquina con
partes especializadas, el cerebro es una red compleja e interconectada. Cada
pensamiento, emoción o recuerdo es el resultado de una sinfonía de conexiones,
que se moldean con la experiencia, el entorno y la historia personal. El
pensamiento no ocurre en una neurona. Ocurre en la conversación de millones de
ellas. Esta comprensión transforma la forma en que entendemos la educación, la
salud mental o la creatividad: no somos cerebros fijos, sino sistemas maleables
y dinámicos en constante construcción. En el libro “Networks of the Brain” de
O. Sporns explica cómo la arquitectura de redes neuronales, su plasticidad y
conectividad determinan el procesamiento mental
10. La ciencia del cerebro
debe ir de la mano de la filosofía y la compasión
El avance del conocimiento
cerebral no puede estar divorciado de la ética ni de la filosofía. Comprender
el cerebro sin comprender la condición humana puede conducir a una ciencia
deshumanizada y peligrosa. La ciencia necesita corazón. Y la filosofía necesita
datos. Solo así seremos sabios, no solo listos. Esta enseñanza nos invita a
reconciliar el conocimiento técnico con la sabiduría moral y a utilizar el
poder del saber para proteger lo más frágil y valioso que representa la mente
humana. En el libro “Not for Profit: Why Democracy Needs the Humanities” Martha
Nussbaum Sostiene que una sociedad que valora solo el conocimiento técnico
pierde de vista la empatía, la justicia y la compasión.
III. El error de Descartes y
Sentir lo que ocurre. Antonio Damasio
Antonio Damasio en sus libros
“El error de Descartes” y “Sentir lo que ocurre” derriba el viejo
muro que separaba razón y emoción. Sus investigaciones muestran que pensar no
es un acto puro de la mente, sino un diálogo constante con el cuerpo, donde las
emociones orientan nuestras decisiones y dan sentido a la conciencia. Al situar
el “sentir” en el centro de la experiencia humana, Damasio ofrece a la
neurociencia una visión más completa y profundamente humana de lo que significa
estar vivo.
11. No pensamos a pesar de
sentir sino que pensamos porque sentimos
La emoción no es enemiga de
la razón, sino su base misma. Lejos de perturbar nuestras decisiones, las
emociones organizan, priorizan y guían la racionalidad humana. Quienes, por
daño cerebral, pierden la capacidad emocional, también pierden la capacidad de
decidir bien, aunque su lógica permanezca intacta.
No somos máquinas pensantes
que sienten. Somos máquinas sentimentales que piensan. Esta enseñanza devuelve
dignidad epistemológica a la emoción, al cuerpo, al pulso vital que nos
constituye. Sentir no es un obstáculo sino que es la condición misma para
pensar bien. El libro “How We Decide” de Jonah Lehrer se centra en comprender cómo
las emociones participan decisivamente en las decisiones más racionales,
mostrando casos de individuos con daño en áreas emocionales que, al perder la
capacidad de sentir, también pierden la de tomar decisiones funcionales.
12. La conciencia nace del
cuerpo que se siente a sí mismo
La conciencia no surge de la
abstracción, sino del cuerpo cuando se percibe a sí mismo en movimiento, en
dolor, en placer o en relación con otros. La conciencia es la narrativa que el
cerebro construye sobre el cuerpo que somos; una historia encarnada, situada y
profundamente emocional. El cuerpo es el escenario en el que emerge el yo. Esta
enseñanza nos aleja de una visión puramente intelectual de la mente y nos
acerca a una comprensión más humana, más encarnada y humilde de lo que somos. El
libro "The Ego Tunnel: The Science of the Mind and the Myth of the
Self" de Thomas Metzinger propone que la conciencia de uno mismo es una
construcción continua del cerebro basada en modelos corporales
13. La identidad personal no
es una idea fija sino un proceso sensible y biográfico
La identidad no es una
estructura lógica o una idea abstracta. Es una continuidad narrativa que se
basa en los recuerdos del cuerpo, en las emociones que nos marcaron, en la
forma en que aprendimos a sentirnos vivos. No hay yo sin memoria emocional del
cuerpo que ha vivido. Quienes pierden ciertos sistemas cerebrales ligados a la
emoción y al cuerpo conservan datos biográficos, pero pierden el sentimiento de
ser alguien. Ser uno mismo, entonces, es una forma de sentir y no solo de
saber. En el libro "El hombre que
confundió a su mujer con un sombrero" Oliver Sacks demuestra cómo ciertos
daños cerebrales afectan la continuidad del yo incluso cuando las funciones
cognitivas están preservadas confirmando la relación entre cuerpo, emoción e
identidad.
14. La razón pura no existe;
esta siempre modulada por la historia emocional
Los juicios racionales están inevitablemente influenciados por nuestras experiencias emocionales pasadas. Las llamadas intuiciones son, en realidad, resúmenes emocionales aprendidos a lo largo de la vida. El cuerpo, al recordar sus emociones, influye en lo que creemos racional. Cada decisión es una conversación entre la memoria emocional y el análisis lógico. Si negamos nuestra historia emocional, también debilitamos nuestra razón. La madurez no consiste en reprimir emociones, sino en integrarlas para decidir con mayor profundidad. El exitoso libro de Daniel Kahneman “Thinking, Fast and Slow” (19/52 2025), desmantela la idea de que somos seres puramente racionales. En él, demuestra que nuestras decisiones están guiadas por atajos mentales (heurísticos) que, lejos de ser puramente lógicos, están fuertemente influenciados por nuestras emociones. A través de este enfoque, Daniel Kahneman nos invita a entender que la lógica y la emoción no son fuerzas opuestas, sino que coexisten, revelando que la racionalidad está intrínsecamente ligada a nuestros estados internos.
15. La inteligencia humana
florece cuando integra emoción, cuerpo y pensamiento
La verdadera inteligencia
surge cuando cuerpo, emoción y pensamiento cooperan. Esta visión abre la puerta
a una comprensión más saludable y compasiva del ser humano. Pensar bien no es
apagar el cuerpo sino que es en justamente escucharlo con claridad. Una mente
brillante es, sobre todo, una mente integrada. En el libro “Frames of Mind: The
Theory of Multiple Intelligences" Howard Gardner (08/52 2025) amplía el
concepto de inteligencia para incluir capacidades emocionales, corporales e
interpersonales.
IV. “How Emotions Are Made”
Lisa Feldman Barrett
El libro de Lisa Feldman
Barrett, "How Emotions Are Made", ofrece una introducción fascinante
a la neurociencia al desafiar una de las creencias más arraigadas que tenemos
sobre nosotros mismos. ¿Qué pasaría si todo lo que te han contado sobre las
emociones fuera un mito? Por mucho tiempo hemos creído que la alegría, el miedo
o la tristeza son respuestas universales y programadas, esperando a ser
activadas. Las emociones no se descubren, sino que se crean. A través de su
Teoría de la Emoción Construida, nos muestra cómo el cerebro, en un proceso
constante de predicción, utiliza las sensaciones del cuerpo y experiencias
pasadas para dar sentido al mundo, generando así el sentimiento que llamamos
emoción. Comprender este proceso es dar el primer paso para entender que no
somos pasajeros pasivos de nuestras emociones, sino arquitectos activos de
nuestra experiencia interna.
16. Las emociones no nos
ocurren sino que las construimos momento a momento
Las emociones no son
programas fijos que se disparan, sino construcciones activas del cerebro que
combinan contexto, experiencia pasada, cultura y estado corporal. No somos
víctimas de nuestras emociones. Somos sus arquitectos invisibles. Esta
enseñanza nos devuelve poder ya que si entendemos cómo se forman nuestras
emociones entonces podemos rediseñar los patrones que las sostienen. Es una
invitación científica a la libertad emocional. Eleanor Rosch en su artículo “Cognitive
representations of semantic categories” publicado en Journal of Experimental
Psychology: General, 104(3), 192–233 sentó las bases sobre cómo el cerebro
organiza la experiencia en categorías aprendidas, lo que sustenta el modelo de
emociones como conceptos construidos y no universales.
17. Nombrar las emociones con
precisión transforma el mundo interno
La granularidad emocional es
la capacidad de distinguir entre emociones sutilmente diferentes como por
ejemplo la frustración, la irritación o la decepción. Cuanto más vocabulario
emocional tenemos, más capacidad tenemos para regular, comprender y transformar
nuestra vida interna. Ponerle nombre a lo que sentimos es el primer paso para
dejar de ser arrastrados por ello. La investigación muestra que quienes
desarrollan esta habilidad son más resilientes, tienen mejor salud mental y
toman decisiones más sabias. La palabra no solo nombra sino que reorganiza la experiencia emocional. En el
artículo “Knowing what you're feeling and knowing what to do about it: Mapping
the relation between emotion differentiation and emotion regulation”. Cognition
and Emotion 2001, 15(6), 713-724. Barrett, Gross, Conner, Benvenuto sostienen que
la capacidad de distinguir entre emociones de forma específica se denomina "diferenciación
emocional", un término sinónimo de granularity que está directamente
relacionada con la habilidad de regularlas.
18. El cerebro no reacciona
sino que predice
El cerebro no es una máquina
reactiva que responde al entorno sino que es un sistema predictivo. Todo lo que
percibimos, sentimos o pensamos es el resultado de predicciones que hace el
cerebro basadas en experiencias anteriores y corregidas constantemente por la
realidad. No vemos el mundo tal como es, sino como nuestro cerebro anticipa que
será. Esto implica que la conciencia, las emociones y las decisiones son
construcciones activas, no respuestas pasivas. Cambiar nuestras experiencias
requiere cambiar las predicciones que hemos aprendido a lo largo de la vida. En
el libro “Surfing Uncertainty: Prediction, Action, and the Embodied Mind” Andy
Clark describe cómo el cerebro humano funciona como un sistema predictivo a
través de la construcción activa de la percepción y la emoción.
19. El entorno moldea
nuestras emociones tanto como la biología
La cultura, el lenguaje, la educación, los modelos sociales y el contexto son tan determinantes en la formación de las emociones como la biología misma. No existe una tristeza ni una ira universales sino que existen formas culturales de sentir. No nacemos sabiendo qué es una emoción. Aprendemos a sentir de acuerdo con el mundo que habitamos. Esto abre una puerta inmensa a la transformación social. Los entornos más humanos, justos y compasivos permiten también construir cerebros y emociones más saludables. En el libro de Catherine Lutz “Unnatural Emotions” expone que las emociones no son estados biológicos universales, sino construcciones culturales que varían drásticamente entre sociedades. Lutz se base en un estudio etnográfico con la gente de Ifaluk, un atolón de Micronesia desafiando teorías occidentales sobre la naturaleza de las emociones
20. Cambiar el cerebro es
posible. Entrenar la mente es una forma de esculpir la experiencia
El cerebro es maleable. Cada
experiencia emocional moldea sus conexiones. Practicar compasión, gratitud o
bien algún tipo de meditación no es solo una cuestión espiritual sino que es
una forma de reconfigurar nuestros circuitos neuronales. Cuando podemos elegir cómo
sentir estamos escribiendo una línea más en el guion de nuestro cerebro. Esta
visión no romantiza la plasticidad sino que pone en nuestras manos hábitos
mentales saludables a través de eventos neurológicamente comprobados. En el
artículo “Alterations in Brain and Immune Function Produced by Mindfulness
Meditation” Psychosomatic Medicine (2003). 65(4), 564-570 describe que
la práctica regular de mindfulness cambia la actividad cerebral y fortalece el
sistema inmune, confirmando la capacidad de esculpir el cerebro a través de la
experiencia emocional consciente.
Comprender el cerebro es
comprendernos a nosotros mismos. La neurociencia no es solo un avance
científico sino que es una llave para vivir mejor, para cuidar nuestra salud
mental, para aprender a decidir con más claridad y para cultivar vínculos más sanos
y empáticos. Nos recuerda que el cambio es posible, porque el cerebro puede
adaptarse y renovarse a lo largo de toda la vida. Si aplicamos este
conocimiento a la educación, a la justicia, a la salud, a la evolución del
talento y a la resolución de conflictos, estaremos usando la ciencia más íntima,
la de nuestra propia mente, para construir un mundo más justo, creativo y
compasivo con organizaciones privadas y públicas mas sanas e inteligentes. Cultivar
nuestro propio cerebro con hábitos de atención, empatía y curiosidad es sembrar
la posibilidad de un mundo más humano. En nosotros empieza y en nosotros se
multiplica la transformación
Cada minuto cuenta. Suerte. Buen viaje.
Mario Kogan
8 Ago 2025
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