Estados alterados (41/52 2025)

 



“El consuelo de este mundo es que no hay sufrimientos permanentes”

Albert Camus. Cuadernos de notas (1942-1951)

Vivimos Inmersos en una época donde el equilibrio emocional parece lejano, las jornadas se aceleran, los vínculos se tensan, la mente se sobrecarga y el cuerpo se va agotando al intentar sostener un ritmo no elegido. Esta suma de variables complejas de gestionar a lo largo de la vida nos sumerge casi sin darnos cuenta en “estados alterados”. En el mundo profesional, puede tener diferentes disfraces, pero tras la fachada del rendimiento aparecen la irritabilidad, el agotamiento y la desconexión emocional. En el ámbito personal, se traduce en ansiedad, hiperreacción, impulsividad, estrés, depresión, insomnio o bien un profundo cansancio moral. Nunca fuimos tan conscientes de nuestras emociones, y al mismo tiempo, tan incapaces de gobernarlas. Esa paradoja define nuestro tiempo.

La neurociencia demuestra que los estados alterados no son anomalías, sino respuestas del cerebro a un entorno que exige más de lo que la mente humana puede procesar. La psicología, la filosofía y la historia social coinciden en que esta desregulación no solo erosiona la salud mental, sino también la ética, la empatía, la capacidad de convivir y sencillamente de estar mejor nosotros. Lo que está en juego no es simplemente nuestro bienestar, sino la posibilidad de una vida con sentido y comunidad. De ahí la urgencia de repensar qué significa estar en equilibrio. No se trata de eliminar los estados alterados sino de comprenderlos, integrarlos y transformarlos. Cada alteración encierra una señal, una emoción reprimida, una contradicción moral, un conflicto social o una herida del alma. Escucharlas es el primer paso para recuperar la lucidez.

Este artículo reúne veinte enseñanzas esenciales que desde distintos enfoques ayudan a entender los nuevos desórdenes del alma moderna y los caminos posibles hacia la recuperación del equilibrio. No es una guía de autocontrol, sino una invitación a la reflexión e inteligencia a través de una sabiduría emocional consciente para sostener la razón sin perder la humanidad. Con el fin de profundizar en estos apasionantes temas se describen a continuación las veinte enseñanzas clave sobre “estados alterados” basados en cuatro libros complementarios (41/52 2025):

I. William Davies. Nervous States: How Feeling Took Over the World

1. Cuando el Cuerpo es el Árbitro de la Verdad. La Ansiedad Global y la Fragilidad

La crisis contemporánea no es meramente de información, sino que es una crisis de confianza que ha transformado la ansiedad colectiva en un estado mental que dicta cómo entendemos el mundo. Ante el colapso de los marcos racionales, el sistema nervioso, y lo que se siente verdadero, se convierte en el árbitro final de la realidad resultando en un desasosiego corporal que es el terreno fértil de la posverdad; la certeza emocional sustituye al juicio crítico. La magnitud de este estado nervioso queda reflejada en las cifras globales, que muestran que la crisis de salud mental no solo persiste, sino que se ha consolidado:

En la actualidad según la OMS Más de mil millones de personas en el mundo viven con algún trastorno mental  confirmando la institucionalización del malestar emocional (Más de mil millones de personas viven con trastornos de salud mental: urge ampliar los servicios. OMS 2 sep. 2025). Las perspectivas son alarmantes para las nuevas generaciones. La crisis impacta de forma desproporcionada en la juventud. Según el informe “A wake-up call: the second Commission on adolescent health” (The Lancet 31 may 2025) se proyecta que para 2030, el costo de los trastornos mentales representará una pérdida de más de 42 millones de años de vida saludable a nivel global. Esto equivale a una inmensa carga de discapacidad y mortalidad prematura, evidenciando el profundo deterioro en el bienestar de la población joven. En esencia, la ansiedad global es la firma emocional de la posverdad, un indicador de una sociedad que, al no poder confiar en el conocimiento externo, se repliega en la única autoridad que le queda; su propia experiencia corporal del miedo.

2. El Miedo como Tecnología de Gobierno. El Desplazamiento de la Razón por la Inseguridad

El miedo no es una simple emoción, sino una de las fuerzas más poderosas y manipulables en la configuración del orden social. Es, esencialmente, una tecnología de gobierno. Esta dinámica fue teorizada por Thomas Hobbes en su obra “Leviatán” (1651) donde sostenía que el temor a la violencia es el motor que impulsa a los ciudadanos a ceder libertad y poder a un Soberano (el Estado), priorizando la protección absoluta sobre la autonomía. En la actualidad, ese mecanismo hobbesiano permanece activo, adaptándose a las amenazas mutantes e inesperadas. Cuando la sociedad opera en un estado de alerta existencial constante (fomentado por el terrorismo, los conflictos armados, la inseguridad cotidiana, la migración, las grietas o la crisis climática), la prioridad se desplaza del debate racional a la demanda de soluciones rápidas y autoritarias. El miedo es entonces activado y dirigido por los liderazgos enfocados en la seguridad para socavar la reflexión crítica. Al capitalizar el estado nervioso de la población, se justifica la restricción de derechos y la adopción de medidas extremas, consolidando el poder en la promesa de restaurar una certeza que la razón ya no puede ofrecer. El miedo, de esta forma, garantiza la gobernabilidad sobre la duda.

3. La Incertidumbre como Moneda. Mercados y Decisiones Dominadas por la Emoción

La economía moderna, lejos de ser un campo puramente racional, está estructuralmente entrelazada con los estados de ánimo colectivos. En el contexto de los "estados alterados", la incertidumbre se convierte en una variable económica fundamental, casi una moneda que determina el valor y la dirección del capital. La economía conductual ha documentado consistentemente este fenómeno. En el libro “Animal Spirit” G. Akerlof y R. Shiller sostienen que el miedo y la euforia colectiva, lo que Keynes llamó los "espíritus animales", son fuerzas primarias que afectan dramáticamente a inversores y consumidores. Este estado emocional compartido es el verdadero motor detrás de las burbujas financieras, los pánicos bursátiles y la especulación descontrolada. La misma ansiedad que impulsa la búsqueda de certezas en la política, provoca en el mercado la búsqueda de ganancias rápidas para aliviar el desasosiego. La incertidumbre prolongada no conduce simplemente a errores sino que conduce a decisiones sistémicamente irracionales que marcan el ritmo de las crisis y las recuperaciones. De esta manera, el mercado no solo refleja las emociones, sino que las amplifica y las utiliza como mecanismo de ajuste cíclico.

4. La Vulnerabilidad Estructural. El Deterioro de la Confianza Colectiva

El concepto de vulnerabilidad ha trascendido lo individual para convertirse en el estado social de la modernidad tardía. Las sociedades contemporáneas operan bajo una sensación de fragilidad constante debido a la desintegración de los marcos de seguridad y certeza. Esta disolución de las estructuras estables se manifiesta en la crisis de las instituciones tradicionales (parlamentos, tribunales, medios de prensa, etc.) que históricamente gestionaban la verdad y la seguridad. Cuando estas anclas pierden credibilidad, la confianza interpersonal también se erosiona, debilitando los lazos sociales. Zygmunt Bauman en su libro “"Modernidad líquida" describe un mundo donde los vínculos, las identidades y las estructuras son frágiles y cambiantes. En este entorno, la sensación de vulnerabilidad se agrava, el miedo se normaliza y se convierte en la emoción dominante.

Esta vulnerabilidad estructural genera una demanda desesperada por certeza. Al no encontrarla en las instituciones racionales o en el prójimo, las personas se repliegan y se vuelven más susceptibles a las soluciones políticas y mediáticas que prometen seguridad inmediata a cambio de rigor o libertad. Así, la vulnerabilidad social no solo es un síntoma de la crisis, sino un catalizador que alimenta los estados alterados de ansiedad y miedo entre otros.

5. El Cuerpo como Estado de Alarma. La Somatización Política de la Incertidumbre

La ansiedad, el miedo y la vulnerabilidad, lejos de ser abstracciones, se encarnan en el individuo. El cuerpo se convierte en el lugar donde las tensiones políticas, económicas y sociales finalmente se resuelven o se manifiestan. La ansiedad y el estrés crónico dejan de ser meros estados mentales para expresarse como malestar físico colectivo; insomnio, fatiga crónica, dolores inexplicables y desequilibrios del sistema inmunológico entre otros. El cuerpo se transforma en un termómetro político y social que registra el fracaso de la razón y la confianza. La epidemióloga Arline Geronimus formalizó este vínculo con el concepto de "weathering" en su artículo "The Weathering Hypothesis and the Health of African-American Women and Infants: Evidence and Speculations" (Ethnicity & Disease. 1992). Este término describe cómo la exposición prolongada a tensiones sociales tóxicas (como la discriminación, la precariedad o la inseguridad sistémica) provoca un deterioro físico acelerado en el organismo. La presión de vivir en un estado de alerta constante no solo estresa la mente, sino que literalmente desgasta la biología de comunidades enteras. Este deterioro físico es la manifestación más íntima y menos rebatible del "estado nervioso". Si la verdad objetiva es frágil, el dolor y el malestar corporal se convierten en una evidencia irrefutable de que algo fundamental en el orden social está mal. El cuerpo, al somatizar la crisis, se alza como el último y más honesto testigo de la tensión política.

II. Pankaj Mishra – Age of Anger: A History of the Present

6. El resentimiento como estado histórico. La semilla de conflictos sociales

El resentimiento es la semilla de los conflictos sociales de nuestro tiempo. Friedrich Nietzsche en su obra “La genealogía de la moral” describió el “ressentiment” (resentimiento) como una emoción corrosiva, una envidia internalizada que se transforma en hostilidad y una necesidad de venganza moral contra aquellos que se perciben como superiores o privilegiados. Este estado alterado se vuelve una fuerza histórica con la llegada de la Modernidad. Las promesas de igualdad universal de la Ilustración chocaron con la cruda realidad de la desigualdad económica y la marginación social en la era de la globalización. Esta brecha entre la aspiración universal (ser un individuo libre y moderno) y la experiencia fragmentada (ser un marginado en el sistema) crea una herida psicológica que no se cura con la razón. En la actualidad, este resentimiento heredado se canaliza en el auge de los movimientos nacionalistas y populistas. Estos movimientos no buscan reformar el sistema, sino que ofrecen una catarsis moral al dirigir esa frustración acumulada hacia enemigos visibles (élites, minorías, extranjeros o "tribus ajenas"). Justifican así la hostilidad y la venganza como vía para recuperar una dignidad sentida como perdida. El resentimiento, por lo tanto, es el costo emocional de un progreso fallido.

7. La Crisis de Identidad y el Desarraigo. El Combustible Psicológico del Resentimiento

El resentimiento es nutrido por una profunda crisis de identidad y el desarraigo que impone la modernidad. Cuando la globalización y el capitalismo desarraigan a miles de millones de personas de sus comunidades, costumbres y estructuras de pertenencia se genera un vasto vacío existencial. La frustración clave no es solo económica, sino psicológica ya que la promesa universal de convertirse en un individuo moderno, libre y digno choca con la realidad de ser un marginado o un extraño en el nuevo orden global. Esta experiencia de desplazamiento cultural y falta de reconocimiento genera una intensa humillación. Charles Taylor en su obra “La ética de la autenticidad” sostiene que, aunque la libertad individual es valorada, el énfasis excesivo en el yo y la autenticidad en un mundo desestructurado a menudo lleva a una pérdida de horizonte moral y a un profundo sentido de la insignificancia. El resultado es la búsqueda desesperada de sustitutos rápidos y contundentes para la comunidad perdida, como la identidad nacionalista, tribal o religiosa extrema. Estos movimientos ofrecen un sentido de estatus y pertenencia inmediata que el sistema global negó, canalizando la frustración en una fervorosa lealtad a la "tribu". El desarraigo, en este sentido, se convierte en el catalizador de la ira global.

8. La Rabia Existencial. La Respuesta al Desencanto del Progreso

La rabia colectiva es el estado emocional que emerge cuando las promesas universales del progreso y la Ilustración se revelan como falsas o inalcanzables. Esta emoción es la respuesta directa al resentimiento acumulado, manifestándose como un profundo desencanto moderno. Cuando la estabilidad económica es ilusoria y la equidad social se demuestra como privilegio, la frustración se transforma en rabia cultural. Esta se expresa en la política actual a través de movimientos juveniles que desprecian el orden establecido, protestas masivas disruptivas y reacciones viscerales contra sistemas percibidos como fundamentalmente injustos. Albert Camus en su libro “El hombre rebelde” (1951) analizó la naturaleza ambivalente de esta rabia sosteniendo que si bien la rebelión puede caer en la destrucción nihilista, también puede ser un motor de transformación social. La rebelión genuina nace de la conciencia de que algo no está bien y afirma un límite humano que no debe ser transgredido, buscando dignidad y justicia, no solo poder. En tiempos de desigualdad extrema, crisis climática y polarización, esta rabia existencial se consolida como un estado cultural persistente, empujando a las sociedades a exigir un nuevo orden moral fuera de las estructuras y promesas fallidas del orden socioeconómico establecido.

9. La Violencia como Estado Latente: El Riesgo de la Frustración Explosiva

La violencia es la fase final y la cristalización de las tensiones generadas por el resentimiento y la rabia. No surge del caos sino que es la manifestación física del malestar psicológico y social que el sistema no ha logrado procesar o reconocer. En la “Teoría de la Privación Relativa” el sociólogo James C. Davies sostiene que las revueltas no ocurren cuando las personas están en su peor momento o en la miseria absoluta, sino cuando un periodo de mejora y esperanza es seguido abruptamente por un retroceso o un estancamiento de las oportunidades. La violencia surge cuando las expectativas crecen más rápido que la realidad que puede satisfacerlas. El individuo que ha sido alimentado con las promesas de la Modernidad (libertad, estatus, bienestar o prosperidad) y luego se ve marginado, experimenta la brecha entre su aspiración y su realidad como una privación injusta. Esta brecha se convierte en una frustración intolerable que, al encontrar catalizadores (líderes, eventos, o enemigos visibles), se transforma en una explosión social. La existencia de esta violencia latente es la prueba más contundente de que el resentimiento es la fuerza motriz de la política global.

10. El Nihilismo como Vacío Existencial: La Desesperanza que Ataca la Raíz de la Civilidad

El nihilismo es el estado existencial que surge cuando el fracaso de las promesas de progreso y las estructuras de verdad desemboca en un colapso del sentido. Como lo definió Friedrich Nietzsche con la frase "la muerte de Dios", el nihilismo es la constatación de que los valores supremos han perdido su validez. Este vacío existencial se refleja hoy en una profunda desconfianza sistémica que no solo afecta a la política o a la ciencia, sino a la creencia en la posibilidad de un futuro mejor o en el valor intrínseco de la vida. Es un estado alterado de desesperanza colectiva. La filósofa Hannah Arendt advirtió con urgencia sobre el peligro político de este colapso de sentido ya que cuando la gente pierde la capacidad de distinguir entre la verdad y la mentira, el bien y el mal, y la vida se vuelve insignificante, esa pérdida de sentido crea un terreno fértil para el surgimiento de movimientos violentos y totalitarios. Las masas que han perdido su anclaje en el mundo se vuelven susceptibles a cualquier ideología que prometa una coherencia total y única (aunque sea falsa), llenando el vacío dejado por el derrumbe de las certezas. El nihilismo contemporáneo, por lo tanto, no es una mera depresión filosófica; es un riesgo civilizatorio que, al socavar la fe en cualquier valor compartido, amenaza la base misma de la acción política y la vida en común.

III. Jonathan Haidt – The Righteous Mind: Why Good People Are Divided by Politics and Religion

11. El tribalismo como estado identitario: la división de “nosotros” contra “ellos”

El tribalismo no es un error de la sociedad moderna, sino una función central de la moralidad humana. Metafóricamente podría decirse que en lugar de ser puramente racionales, los humanos somos una mezcla de 90% chimpancé y 10% abeja ya que estamos predispuestos a la acción egoísta y al mismo tiempo a la cooperación grupal. La moralidad surgió no para hacer a los individuos más justos, sino para hacer a los grupos más cohesivos y competitivos. Este estado tribal se construye a través de la distinción radical entre "nosotros" y "ellos". Los estudios de Henri Tajfel sobre la “Teoría de la Identidad Social” demostraron que la identidad de grupo es tan poderosa que basta con una división mínima y arbitraria (la "agrupación mínima") para que surja la preferencia por el grupo propio y la discriminación contra el grupo ajeno. En el mundo de hoy, esta moralidad tribal se alimenta en la política, el deporte, la religión y muy especialmente en las redes sociales. Los algoritmos de estas plataformas explotan este mecanismo evolutivo al reforzar la indignación y la lealtad grupal, garantizando que los individuos se atrincheren en identidades mutuamente excluyentes y que el pensamiento grupal domine sobre el razonamiento individual.

12. La moralidad como estado parcial: cómo la intuición precede a la razón

La moralidad no es un ejercicio de razonamiento lógico, sino un estado intuitivo y parcial. Contrario a la creencia popular, las personas no deciden racionalmente; la intuición moral precede y guía al razonamiento. El argumento racional solo se utiliza después del juicio emocional para justificar la decisión ante uno mismo y ante los demás. Con la metáfora del "Jinete y el Elefante" se puede asumir que la intuición es el poderoso elefante (fuerte, rápido, imparable y visceral) y la razón es el jinete (mas pequeño, lento y débil) que solo intenta justificar cuál es el camino del elefante. Daniel Kahneman en su libro “Thinking, Fast and Slow” (19/52 2025) describe que el pensamiento rápido, automático y emocional domina la mayoría de nuestras decisiones cotidianas y juicios de valor. Esta parcialidad moral no es un defecto, sino un mecanismo evolutivo para la cohesión tribal ya que nos hace defender instintivamente lo propio y desconfiar de lo ajeno, incluso en ausencia de evidencia. Este es el estado alterado que complica la convivencia democrática, pues el diálogo se convierte en una batalla de justificaciones tribales, no de argumentos compartidos.

13. El Prejuicio como Mente Automática. Los Sesgos Inconscientes Gobiernan las Decisiones

El tribalismo moral no solo nos divide conscientemente, sino que opera a través de sesgos profundos e inconscientes que desafían la noción de la razón como guía. Estos prejuicios son atajos mentales automáticos que se alojan en lo profundo de nuestra mente, influyendo la forma en que evaluamos a "ellos" y favorecemos a "nosotros" de manera casi instantánea. En el libro “Blindspot: Hidden Biases of Good People” (Punto Ciego: Los Sesgos Ocultos de la Gente Buena) de Mahzarin R. Banaji y Anthony G. Greenwald explican en el “Test de Asociación Implícita (TAI)” que las actitudes y estereotipos implícitos (como los sesgos raciales o de género) están presentes en la mayoría de las personas, incluso en aquellas que se consideran libres de prejuicios. Estos sesgos influyen en nuestras elecciones y reacciones sin que las notemos.

14. La Polarización como Estado Permanente. El Consenso Imposible

La polarización ha dejado de ser un fenómeno político cíclico para convertirse en un clima emocional permanente que define el funcionamiento de las democracias. Esta no es una simple divergencia de opiniones, sino la manifestación del tribalismo moral en la arena pública. En lugar de que los ciudadanos deliberen juntos (guiados por la razón), los grupos se atrincheran en identidades mutuamente excluyentes (guiados por la intuición) donde cada facción utiliza sus intuiciones morales como una matriz de verdad innegociable. Este estado permanente de conflicto convierte cada debate público (sobre economía, salud, bienestar, seguridad, futuro o justicia) en una batalla identitaria y existencial. Cuando el otro lado no es visto como un oponente político, sino como una amenaza moral o existencial ("ellos son malos"), la intención no es buscar un acuerdo o un consenso pragmático. El resultado es la parálisis democrática. La dificultad de construir acuerdos básicos se vuelve estructural, lo que socava la confianza en las instituciones. En este contexto, la democracia se transforma en un terreno inestable, donde la prioridad ya no es gobernar, sino asegurar la victoria moral y la humillación del adversario.

15. La Empatía Afectiva. El Puente Frágil entre Tribus Enfrentadas

La empatía representa el puente más frágil y crucial para superar la polarización, pero su capacidad para mediar entre tribus está seriamente comprometida. La empatía no es solo simpatía sino que es el estado mental y emocional que nos permite ponernos en el lugar del adversario y reconocer su humanidad, una condición indispensable para el diálogo y la cooperación. El problema es que la empatía afectiva (la capacidad de sentir lo que siente el otro) ha entrado en crisis. En el estudio "Changes in dispositional empathy in American college students over time: A meta-analysis" publicado en Personality and Social Psychology Review (2011) se visualiza de que forma grupos de estudiantes universitarios analizados durante tres décadas van mostrando una reducción significativa tanto en la empatía afectiva (sentir lo que otros sienten) como en la empatía cognitiva (entender lo que otros sienten), en comparación con generaciones anteriores. Este déficit emocional es un estado alterado que amenaza directamente la convivencia. La moralidad tribal prospera precisamente porque la empatía es selectiva ya que tendemos a sentir profundamente por los miembros de nuestro propio grupo (endogrupo), mientras deshumanizamos o ignoramos el sufrimiento del exogrupo. Sin una empatía robusta, la convivencia se erosiona, pues el conflicto deja de ser sobre ideas y se convierte en una cacería de brujas. La falta de capacidad para conectar emocionalmente con el adversario garantiza que el consenso sea imposible y que la polarización se mantenga como el statu quo.

IV. Zizi Papacharissi – Affective Publics: Sentiment, Technology, and Politics (Públicos Afectivos: Sentimiento, Tecnología y Política).

16. La indignación como estado viral. Emociones que se propagan en segundos

La indignación es el estado emocional que, catalizado por las redes sociales, define la política contemporánea. La tecnología ha creado públicos afectivos donde el sentimiento y la expresión de emociones intensas (como la ira o el desprecio) son más importantes que la deliberación racional. Este fenómeno se debe a la propia arquitectura digital. El estudio “Contagious: How Emotion Shapes the Virality of Content” (Contagioso: Cómo la Emoción Modela la Viralidad del Contenido) de Jonah Berger y Katherine L. Milkman (Journal of Marketing Research, Vol. 49, No. 2, 2012, pp. 192-205) cuantificó la relación entre el estado de activación emocional y la probabilidad de que el contenido sea compartido afirmando que las emociones de alta activación (como la ira, la ansiedad o la indignación) se difunden mucho más rápido y ampliamente en línea que las emociones de baja activación (como la tristeza o la calma). Esto no es accidental; el diseño de las plataformas recompensa la reactividad emocional. Este estado viral de indignación transforma la sociedad en un escenario de reacción inmediata. El discurso público se descontextualiza lo urgente y visceral ya que aquello que genera un clic y una reacción rápida desplaza sistemáticamente la consideración de lo importante o complejo. La política se convierte en una performance de la rabia donde la Viralidad de la indignación reemplaza la necesidad de la verdad o el  consenso.

17. La esperanza como estado compartido. El potencial transformador de los afectos en red

No todas las emociones amplificadas digitalmente conducen al tribalismo o la toxicidad. La esperanza compartida es el afecto que demuestra el potencial transformador y constructivo de los públicos en red. La esperanza se convierte en una fuerza organizativa cuando se proyecta colectivamente. Este fenómeno es la contraparte de la indignación; en lugar de ser una reacción destructiva que ataca a un enemigo, la esperanza es un estado orientador que moviliza a comunidades hacia un objetivo futuro compartido. En el libro “Redes de indignación y esperanza” Manuel Castells demuestra que las redes digitales pueden convertirse en espacios de emancipación ya que permiten compartir el deseo de un mundo diferente y también facilitar la acción colectiva descentralizada sin líderes formales. La esperanza en red es un estado alterado con potencial constructivo. Los afectos en el espacio digital pueden ser una materia prima maravillosa para la resiliencia cívica mediante la creación de nuevos consensos y ayuda como se ha visto en reacciones inmediatas de ayuda ante catástrofes naturales por ejemplo.   

18. El miedo como estado digital o de que forma la desinformación alimenta el pánico colectivo

El miedo es el principal activo y la moneda de cambio en el ecosistema de la desinformación. Las fake news no solo buscan engañar a través de la mentira, sino que su objetivo primario es activar el estado de alarma en el público, El ejemplo más claro ha sido la "infodemia" durante la pandemia de COVID-19, donde el pánico fue una enfermedad paralela. Organismos internacionales como la UNESCO y la OMS documentaron cómo la desinformación masiva no solo propagó rumores médicos peligrosos, sino que intencionalmente aumentó la ansiedad social y el malestar colectivo. Este estado digital de miedo tiene consecuencias directas y palpables ya que altera el comportamiento colectivo, desde el rechazo a medidas de salud pública (como la vacunación) hasta la escalada de la hostilidad social y la xenofobia. Al igual que la indignación viral el miedo se convierte en una fuerza de alta activación que, al ser amplificada por los algoritmos, socava la confianza en las instituciones y en la evidencia objetiva, haciendo que la acción racional sea imposible.

19. La intimidad como estado público. La vida emocional expuesta en plataformas

Lo íntimo ha dejado de ser una esfera privada para convertirse en un estado público y una forma de capital social dentro de las plataformas digitales. Las redes (Facebook, Instagram o TikTok) no solo amplifican emociones, sino que exigen la exposición constante de la vida emocional personal. En este entorno, la identidad se transforma en performance. Las emociones y experiencias más vulnerables son curadas y convertidas en un espectáculo diseñado para generar validación social (clics, likes, seguidores, etc.). Sherry Turkle  en su libro “Alone Together: Why We Expect More from Technology and Less from Each Other” analizó la profunda paradoja de esta exposición constante sobre la soledad y la ansiedad existencial. Al depender de la validación externa para sentirnos reales y conectados los vínculos que formamos se vuelven inevitablemente superficiales y la persona se siente sola incluso cuando está hiperconectada en la red. Así, la intimidad pública se convierte en un estado alterado que socava la autenticidad, pues el individuo debe vivir siempre en función de la validación externa, no de su yo interior. En lugar de desarrollar una identidad robusta y auténtica, los individuos se ven forzados a vivir en un ciclo continuo de representación emocional, donde el ser es reemplazado por el parecer.

20. La Ecología Afectiva: El Pulso Emocional Sincronizado de la Humanidad

La conclusión de la emergencia de los "estados alterados" es el surgimiento de una Ecología Afectiva que opera a escala planetaria. Las redes sociales no son solo plataformas de comunicación sino que son los vasos comunicantes donde se sincronizan y amplifican las emociones globales. Este fenómeno redefine lo que significa "sentir juntos". Esta sincronización afecta el pulso afectivo de la humanidad en donde catástrofes, guerras o triunfos colectivos generan olas emocionales masivas y compartidas. Esto es posible porque las plataformas digitales actúan como contagiadores emocionales instantáneos a gran escala. Esta capacidad de contagio fue demostrada en el estudio "Experimental evidence of massive-scale emotional contagion through social networks" de Kramer, Guillory y Hancock (Proceedings of the National Academy of Sciences 2014) mostrando cómo la alteración sutil de la exposición a contenido emocionalmente positivo o negativo en el feed de Facebook podía modificar el estado de ánimo de los usuarios de forma masiva y no consciente. Este estado planetario configura una ecología emocional interconectada, donde el malestar, la esperanza o la indignación ya no son fenómenos locales, sino fuerzas afectivas globales que circulan, interactúan y co-crean la realidad política y social. La humanidad, por primera vez, comparte un mismo clima emocional en tiempo real.

 

Una armonía posible para la sinfonía de nuestras vidas

Tal vez nunca logremos escapar por completo de nuestros estados alterados. Y, en el fondo, quizás no debamos hacerlo. La alteración es también la señal de que seguimos vivos, de que algo en nosotros se resiste a la indiferencia, al automatismo, a la anestesia moral a un electrocardiograma y electroencefalograma plano. Lo importante no es erradicar la inestabilidad, sino aprender a convivir con ella sin perder la claridad, igual que el músico que, en medio del ruido, encuentra el tono justo para sostener la melodía o la persona que inventa mágicamente la forma de ayudar sin esperar nada a cambio

Cada persona es, en cierto modo, una orquesta interna con emociones, pensamientos, recuerdos y expectativas que a veces suenan desacompasados. Pero incluso en el desorden hay música si somos capaces de escuchar. El desafío es pasar de la reacción al discernimiento, del impulso a la presencia, del aislamiento a la conexión. No se trata de perfección sino de consciencia.

En el ámbito profesional, esto significa apostar por aumentar la humanidad del trabajo, construir espacios donde la empatía no sea una debilidad y la ayuda al crecimiento de los demás sea una forma adicional de inteligencia. En la vida cotidiana, implica volver a mirar a los demás y a uno mismo sin la dureza del juicio ni el filtro de la fatiga. Cuando logramos esto, aunque sea por instantes, el mundo deja de ser una lucha de fuerzas y se convierte en una confluencia más serena entre almas que buscan comprenderse. Quizás el equilibrio nunca sea un punto de llegada, sino un movimiento continuo entre el caos y la calma. Pero ese movimiento, cuando se hace con conciencia y compasión, tiene un poder transformador. Porque todo cambio profundo comienza en una mente que se aquieta, en un gesto amable e inolvidable y en una simple palabra dicha con cuidado. Tal vez, si aprendemos a escuchar nuestros propios desórdenes sin miedo, podamos ayudar también a otros a reconciliarse con los suyos. No habrá armonía total pero puede haber una sinfonía humana, imperfecta y hermosa, hecha de pequeñas voluntades que deciden, cada día, sonar un poco mejor.

 

“El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda por encima de un abismo.” Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra: Un libro para todos y para nadie (1883)

 

Cada minuto cuenta. Suerte. Buen viaje

Mario Kogan 

6 oct 2025

 

Referencias externas

https://www.who.int/es/news/item/02-09-2025-over-a-billion-people-living-with-mental-health-conditions-services-require-urgent-scale-up

https://www.thelancet.com/commissions-do/adolescent-health-wellbeing

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